¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, ¡es el capítulo 41!
Gracias por la infinita paciencia, se los debo.
No me odien porque el capítulo es un poco... extenso. Tómense un té, escuchen ópera o como sea su ritual y espero lo disfruten tanto como he disfrutado escribiéndolo.
ADVERTENCIA: Contenido explícito, léelo a tu discreción. Presencia de lima, limones, naranjas y otros cítricos ;) No ya, enserio. Habrá contenido no apto para todo público, en especial niños. Como sea, ya comprenden. Espero no les haga vomitar.
Para saltearlo, no leer lo que hay entre los *** (tres asteriscos)
Capítulo 41. "Por siempre"
Dos días antes de la Luna llena. Elsa despertó, pero no
donde había dormido la noche anterior. Estaba acostada, en la ronda de cuerpos de sus amigos dormidos
en el campamento. Asimismo, estaba tapada con una manta y no en el prado donde
recordaba haber estado… Entonces, ¿dónde estaba Jack?
Lo buscó con la mirada por encima de la pandilla tumbada y a
través de la extraña neblina temprana, pero no había rastro.
Para su alivio, su mente le decía que seguro Jack se había
ido, como hacía casi siempre, tal vez en busca de comida, un baño o a despejar
la mente. Nada grave. Últimamente, por motivos que desconocía, lo hacía muy
seguido. Y seguramente él la había traído de regreso de aquel lugar secreto, y
la había arropado.
Se levantó con cuidado, las piernas le temblaban un poco por
el entumecimiento de dormir en el duro suelo recubierto en pasto y en parte por
el cansancio. Se desperezó mudamente, le dolía la espalda y las piernas de
tanto haber danzado a la luz de la fogata que ahora era un remolino de cenizas
sobre la tierra. Seguía con su vestido y peinado de la fiesta, que se soltó
para dejar a su cabello un poco de tranquilidad y respiro. Se echó una mirada y
el resultado le hizo arrugar la nariz; estaba descalza, con las piernas sucias,
bañada en tierra por casi todo el cuerpo y olía a sudor y otra cosa aún peor,
supuso que a öl.
Decidió que lo mejor sería un baño. Caminó un largo rato a
paso risueño hasta que llegó al río. Probó el agua con el pie. Estaba
extrañamente fría. No solo eso, el día pintaba un tono casi grisáceo, como si
el sol intentase ocultarse en las nubes. Seguramente era porque acababa de
amanecer. Lavó su cabello y se despidió del vestido que había creado para la
noche anterior, y de regreso al mismo de siempre. Se sentía más cómoda de esa
manera. Lamentó no poder tomarse su tiempo en la tranquilidad del río, y tener
que regresar al campamento antes de que despertaran y notaran su ausencia.
Al volver, vio como Mérida intentaba incorporarse y ponerse
verde en el intento.
–¡Mer! – procuró hablar en voz baja. – Deja que te ayude.
–Elsa, ya despertaste. – dijo la muchacha sin una pizca de
ánimos. Sonaba pesada y áspera.
–¿Cómo te sientes? – con instinto protector, Elsa devolvió
un salvaje mechón rojizo a su lugar –ya de por sí hecho una maraña – y pasó una
mano sobre su frente para tomar su temperatura. Por la expresión de Mérida,
podría decirse que su toque frío le pareció relajante, y si tenía temperatura o
no, Elsa no podía saber. Solo sentía su propio frío.
–Es como si una manada de elefantes me pisoteara la cabeza.
–Me imagino. – le dio una sonrisa de ánimos – ¿Tienes
hambre?
–Siempre.
–Bien, puedo ir a conseguirte algo.
–Oh, no tienes que hacerlo. Yo puedo… – intentó dar un paso
y fue tal el mareo que casi termina besando el suelo.
–Quédate quieta, Mer. Necesitas comida, yo te traeré algo.
Si alguien despierta, diles que me fui a buscarte comida, y que tomen tu
temperatura.
–Tengo resaca, no fiebre. – rodó los ojos.
–Hazme caso. – reprochó con tono maternal y dulce. – Tienes
un aspecto terrible. Ya regreso, no tardo.
–Sí, mamá. – otra vez puso los ojos en blanco mientras
miraba a su amiga alejarse, sin haberle dado importancia a su comentario. Elsa
sabía que ese malhumor debía deberse a la resaca por la borrachera de anoche,
de la que no pudo notar si Mérida se sentía un pelín arrepentida o no.
Recogió unas cuantas frutas y huevos, desde el principio
sabía que no iba a ponerse a perseguir ningún animal porque no tenía las
fuerzas y energías suficientes. Cuando pensó que ya tenía la comida suficiente
para la glotona de Mérida y el resto del grupo, se puso en marcha de regreso.
Aunque en el camino se encontró con Jack que descendía de los aires para
aterrizar a su lado.
–Buenos días. – le dijo él, con una sonrisa. Elsa deseaba
que pudiese abrazarlo, besarlo, y recién ahí desearle buenos días. Pero algo la
acobardó. –Oye, Els, ¿estás bien? Te vez un poco alterada.
–Sí, sí. Solo vine a recoger algo para Mer.
–Uhh, – puso cara de que algo le dolía, con su natural pizca
de humor – ¿Cómo está después de la tajada?
–Hecha polvo, obviamente.
–Me alegro que no hayas terminado así, gracias a mí por
supuesto.
–Sí, también te agradezco. – dijo sin más, haciendo caso omiso de su broma. Alejó su mirada
de él para posarla en el camino mientras avanzaban los dos a pasos tranquilos.
–¿Elsa?
–¿Mhmm?
–¿Qué pasa?
Elsa frunció el ceño.
–No sé de qué hablas.
–Te ves… Extraña, distante. Sabes que puedes decirme lo que
sea. ¿He hecho algo?
–No me pasa nada, Jack. – ¿le pasaba algo y ella no se
estaba dando por enterado? Claro que no estaba cambiada, eso era ridículo.
–Las mujeres siempre dicen eso cuando en verdad sucede de
todo. Cuéntame.
–Que no me pasa nada, ya te lo dije. – ¿Por qué no dejaba de
preguntar?
–¿Lo ves? Actúas raro, y no me dices por qué. Actúas como si no…
Ella aguardó una pausa para oír lo que tenía que decir, pero
por lo confrontado que Jack se veía, entendía que intentaba juntar el coraje y
las palabras para decirlo. La muchacha le trató de dar un intensivo; aunque
había sonado más tosco de lo que había esperado.
–¿Cómo si no qué?
–Como si no me amaras.
–Eso es absurdo. Claro que te amo.
–¿Y entonces? – comenzaba a impacientarse.
–¿Entonces qué? – ella igual. – ¿ Qué bicho te picó, Jack?
–Vamos, Elsa deja de hacerte la boba. Dime qué te sucede,
ayer estabas perfecta. ¡Ambos lo estábamos!
–¡No me hago la boba, es solo que no te comprendo!
–Bien. Solo pretenderé que no pasa nada, pero no te quejes
si te molesta la forma en la que me comporto desde ahora porque desearía que me
contaras lo que pasa por tu cabeza. – con su enfado, amagó por alejarse por las
copas de los árboles, pero un tirón en su manga le detuvo.
–Jack. – su voz era suplicante y positiva, aunque con una
nota de angustia escondida en sus palabras. – En verdad no me sucede nada. Solo
que estoy… Feliz. Lo de anoche fue muy importante para mí. No pongas esa cara,
hablo enserio. Es solo que tengo miedo de no volver a sentir esa felicidad si
no… Si no me deshago de esto.
Jack suspiró, rendido. Por supuesto sabía que él mismo había
reaccionado histéricamente, y que Elsa ni siquiera se encontraba de humor para
combatirle. Simplemente, le había soltado la verdad, lo que le hizo relajarse y
retractarse. No había pensado en lo delicada que podría llegar a ser su
situación. Jack no había sentido más que gratitud por su inmortalidad, su
segunda oportunidad, y no se había parado a pensar lo que sería estar en los
zapatos de Elsa.
–Lo siento. Yo… – para preservar su orgullo, Jack prefirió
ahorrarse la explicación de que no lo había pensado así y en cambio se había
equivocado en impacientarse con ella. – Déjame ayudarte con eso.
Sostuvo la mitad de la comida que Elsa acarreaba y
regresaron al campamento en un avergonzado y presuntuoso silencio.
–Buenos días.
Ya estaban todos despiertos y enmarañados tal como había
estado Elsa. Al ver la comida – en su mayoría fruta – que traían el Guardián y
Elsa, se les iluminaron los ojos.
–Bien, pandilla. – dijo Jack al acercarse a ellos y
entregarles la fruta, con tono de comandante. – Luego de la movida noche de
ayer, nos toca desayunar saludable y después un baño. ¿Qué me dicen?
Nadie discutió, sino que sonrieron ante la idea. Al acabar,
repitieron el proceso de Elsa, recobraron su pinta de siempre y familiar a la
que ya estaban acostumbrados a mirar y ser vistos y regresaron más enérgicos y
saciados.
–Oigan, ¿dónde está mi arco? – Mérida, completamente más
lúcida y sin rastros de mareos gracias a que se acercaba el mediodía, buscaba
frenéticamente su arma tendida en el pasto, tras a arbustos, sin éxito.
–Tal vez lo has extraviado anoche. – sospechó James.
–Claro que no, eso es absurdo. No recuerdo haberlo tenido
siquiera. – a decir verdad, no recordaba la mayor parte de la noche.
–¿Y si lo tomó alguien? O algo, quiero decir.
–¿Te refieres a lobos? – preguntó Rapunzel.
–No hemos visto lobos en días. – Jack repuso. – De hecho,
pienso que es posible que lo hayas perdido entre los árboles. O…
–Puede ser que Chimuelo lo tenga. – pensó el vikingo en voz
alta y con un poco de temor. Antes de que a Mérida le saltara la rabieta, Jack
habló.
–Bien, eso es. Buscaremos su arco, que posiblemente tenga la
lagartija.
–¡Dragón!
–Como sea. Y luego buscaremos comida.
–Me parece bien. – concordó James.
–Nos dividiremos para agilizar la búsqueda, y lleven armas
en caso de problemas. – Jack tomó su bastón en mano.
–Juro que si veo ese maldito dragón… – Mérida rechinaba sus
dientes al tomar una pequeña daga y salir del campamento dando zancadas
furiosas hacia el Este.
James tomó una pequeña hacha de repuesto de Hiccup y se
dirigió al Noroeste, el vikingo hacia el Noreste, Punzie, con su sartén hacia
el Oeste, y Jack y Elsa al Sudeste y Sudoeste respectivamente.
Buscaron hasta que el Sol estaba casi sobre sus cabezas, la
tediosa y tétrica niebla que extrañaba a Elsa se había disipado ante los
primeros rayos de luz que dieron paso a un brillante y soleado día. Caminaban
en círculos o en línea recta, cada vez alejándose más por el radio, sin atisbo
alguno del arma de madera. Y todo por un estúpido arco que Mérida se empeñaba
en perder, pensaba Jack.
Pese a todo, el desdichado dragón, tuvo la mala suerte de
toparse con una furiosa Mérida, mientras masticaba aquel divertido y curioso
artefacto que le sentaba como escarbadientes luego de una buena pesca en el
río.
–¡Maldito animal! ¡Ven aquí dragón apestoso! – Chimuelo alzó
la mirada ante los rizos que volaban hacia él. Se levantó, con el arco entre
los dientes, las pupilas contraídas en una línea amenazadora y sus alas
extendidas cobre su lomo encrespado. – ¡Devuélveme mi arco!
En cuanto estuvo a pasos de distancia, Chimuelo lanzó un
estruendoso rugido mientras en el fondo de su boca abierta nacían chispas de
fuego letal. Oh, no, por supuesto que no... Mérida decididamente no estaba de
ánimos para sus estúpidos intentos de rostizarla.
–¡HE DICHO QUE ME LO DES! – Ordenaba la escocesa con más
fiereza que el más temible dragón. El pobre animal alado se sometía a sus
gritos como un cachorro estupefacto y triste, en lugar de gruñirle como era
familiar en Chimuelo. Pero tratándose de Mérida, ¿quién no le tenía miedo? –
Sentado. ¡Sentado!
Chimuelo obedecía temeroso, pero en cuanto la chica daba un
paso para quitar su arco de entre sus colmillos, le daba un gruñido y enseñaba
su dentadura para luego relajarla en la carita de perrito mojado en cuanto veía
sus ojos que amenazaban con cortar la cabeza del dragón.
–Ahora, dame el arco. – el dragón miraba a otra parte.
Mérida presionó aún más – Que me lo des…
Con su mano extendida hacia él, se acercaba lentamente ante
el gigantesco espécimen. Hasta que este soltó de mala gana el arco y se quedó
mirándola. Mérida se sorprendió de que haya sido tan simple, de que no le
estuviese tratando de arrancarle la mano luego de gritarle, de que ella se haya
quedado paralizada. No había notado la maravillosa criatura que era aquel
dragón. Podría simplemente haberla herido, Hiccup no estaba allí para
detenerlo. Pero había fisgoneo en esos inmensos ojos de gato dilatados, no amenaza
ni odio. Era como si se estuviesen viendo por primera vez. Ella y el odioso
dragón.
No era tan odioso después de todo. Le había prejuzgado,
había pensado que era un arma de matar y que estuviese en manos de un solo
vikingo sería suficiente para acabar con
todo en lo que ella creía. Casas,
personas, pueblos enteros. Pero no era así. Aunque sea por parte de Chimuelo. A
pesar de haberle robado su arco incontables veces, era… Bueno, no era tan malo
después de todo, no era muerte de lo que se alimentaba el dragón como creía.
Era algo nuevo que ella estaba experimentando… como con los vikingos.
No corrió su mano, simplemente la mantuvo abierta frente a
él, tras sus dedos podía verle. Y quería tocarle. Ante el primer intento, el
dragón gruñó, no del todo convencido. Mérida casi murió de un infarto del
susto. Respiró profundo y aspiró otra
vez por tocarle. ¿Qué estaba haciendo? ¿Tener una conexión con un maldito
dragón para luego hacerse amigos? Era irracional, incoherente…
Y nuevo. Sintió la escamosa piel oscura bajo su palma
mientras Chimuelo reposaba su ancha frente en ella. Se había dejado acariciar,
y ella no lo pudo creer. Acababa de tocar a su enemigo con quien mantenía una
débil tregua, y se sintió familiar. Como aquel beso con Hiccup. No eran tan
malos después de todo. No eran sus enemigos a fin de cuentas.
–¡Mérida! – Hiccup apareció entre los árboles, corriendo
tontamente como hacía siempre tras ella. – CHIMUELO NO... Le hagas… ¿daño? – no
podía creer lo que sus ojos veían. Mérida estaba mimando a Chimuelo mientras
sonreía, no estaban batallándose a muerte como él creía. Pero ninguno se dio
vuelta a verle, estaban entretenidos a la vez que Mérida acariciaba su cuello y
su dragón se estremecía ante su toque y le daba de esos besos babosos con su
enorme lengua. La joven, en vez de quejarse, reía y le mojaba con la propia
baba que le había dejado.
–Esto es nuevo. – dijo Hiccup para sí mismo. Una sonrisa
comenzó a surgir de entre sus labios.
–¿A quiénes les toca ir de caza? – dijo Mérida, con su arco
recuperado y limpio de todo rastro de baba. Se encontrada sentada en el verde
pastizal junto al resto, de regreso en el campamento, sus estómagos gruñían del
hambre.
–Huh… Creo que les
toca a Hiccup y a ti, Mer. – Elsa recordaba las primeras reglas de Jack, le
parecía que había pasado tanto tiempo, como meses, cuando en verdad pasaron
días.
–Oh, de acuerdo. – Hiccup se incorporó. – Puedo ir yo solo.
–¡Oh, no! Puedo acompañarte si quieres. – se ofreció Mérida.
Jack, James, Rapunzel y Elsa se miraron entre sí, sorprendidos. Mérida no
estaba agradeciendo a los dioses la oportunidad de evitarlo, o no le estaba
gritando groserías. Simplemente se estaba ofreciendo como si… Como si quisiera
acompañarlo.
–No, no te preocupes. – Hiccup le hizo volver a sentarse.
Otra mirada pasmada de su público. Sin darle importancia, habló con sabia
decisión. – Iré solo. Tú puedes quedarte.
Y se fue. Dejándolos a todos en un fúnebre silencio y en
algo en qué pensar.
Al poco tiempo, regresó con unos cuantos peces y huevos
sobre el lomo de su dragón. A Mérida se le aceleró el corazón con tan solo
pensar que le iba mejor en la caza cuando estaba sin ella.
Llegó la hora de almorzar.
Charlaron con tranquilidad, comentando los sucesos de la fiesta de Elsa
y lo increíble que había estado. Además de las locuras que Mérida había hecho
pero no recordaba. Un lindo momento que atesorar en sus corazones. Mejor dicho
dos, puesto que la competencia también era algo que recordarían con una
sonrisa. Las memorias bastaron para hacerlos olvidar por un instante de su mayor
preocupación y misión primordial, rogarle a la Luna por la cura.
Si se ponían a pensar, era imposible. Nadie más que los
Guardianes hablaban con la Luna, excepto una vez Elsa. ¿Qué tenía ella de
especial? Bueno, claro que su magia, pero nunca antes se había puesto a pensar
si ese don era un regalo de Hombre en la Luna… De todas formas, ¿por qué a
ella? ¿Qué tenía Elsa que ver con el espíritu del cielo? Desconocía la
respuesta.
Pero con ayuda de Jack, podrían tener más oportunidades de
hacer contacto, no es que les respondiese como si nada a cualquier grupo de
mortales. Aunque su esperanza rezaba que si en conjunto rogaban por la ayuda de
Elsa… Tal vez escucharía.
–Oye, Elsa. ¿Estás bien? – le preguntó James, tomándola por
sorpresa, casi haciéndole que tirara el plato de su regazo.
–Oh, sí, James. Sí. – No se había dado cuenta de estar
pensando en aquello por tanto tiempo que las demás personas estaban juntando los
cuencos y platos para llevarlos a lavar.
–¿Segura que…?–
–Sí, James. Estoy perfecta. – Elsa le entregó su plato a
medio comer y James lo apiló en los cacharros que llevaba en la otra mano. Supo
entonces que no obtendría respuesta. Que la joven necesitaba quizás un espacio,
y él se lo daría. O algo así...
–¿De nuevo? Ya hemos ido a bañarnos al río.
–Lo sé, pero es que no hay mucho que hacer. Además el día
está lindo para una tarde en el agua. – dijo animadamente. James no se daría
por vencido ante el áspero humor de Elsa ni aceptaría un no como respuesta. –
¿Qué dices?
–Mhmm, no lo sé...
–Vamos, no pienso dejarte sola.
–Mhmm, no lo sé...
–Vamos, no pienso dejarte sola.
No sabiendo si declinar la invitación, suspiró y le miró
como se hace a quien logra convencerte de comer tierra.
–Bien, no pensaba quedarme sola tampoco.
James le devolvió una sonrisa mientras se levantaba y
caminaban a la par por el bosque, aunque Elsa se sentía seca por dentro, como
una pasa de uva. Se sentía tan confrontada con ella misma que le dolía, maldita
sea. Jack tenía razón, o algo así. Algo le preocupaba, pero le atemorizaba más
decirlo.
Tampoco sintió disfrutar el baño lleno de risas y bromas
salpicadas –casi todas dirigidas a Hiccup. Y James lo podía notar, la tristeza
en sus ojos. No la conocía de toda la vida, pero ya
era capaz de decir si Elsa se encontraba angustiada por más que intentase
ocultarlo del mundo. Y eso mismo, le hacía muy feliz.
–Elsa, ¿necesitas compañía?
La joven miró el río del que surgían los cuerpos de sus
amigos, y luego a James a su lado, en la seca orilla. Elsa no se sentía de
humor para una zambullida, y tampoco el granjero.
–Claro.
–Sigues teniéndolo. –
le dijo mientras se sentaba a su lado, sus ojos esmeralda clavados en el sol de
la tarde.
–¿El qué?
–El collar. Con la Piedra de Luna. – señaló a su pecho.
Efectivamente, su regalo de cumpleaños seguía allí. Elsa lo
había olvidado por completo.
–Oh, sí. Sí, claro. – tarde se dio cuenta que prácticamente
hablaba con monosílabos.
–Oye… Sé que no debería entrometerme en tu vida. Es tu vida.
Pero…
–¿Pero qué, James? – Elsa no había querido sonar ruda, pero
es que sentía que James se estaba volviendo tedioso con sus preguntas. ¿Acaso
había cometido un delito para tener que aguantar un cuestionario? Por otra
parte, su rudeza logró acobardar aún más al ya de por sí tímido granjero.
–Huh… Bueno, solo quería saber si estaba todo en orden.
–¿Por qué debía de no estarlo? Todo marcha perfecto. –
respondió tajantemente. El sarcasmo se escondía allí, en sus palabras.
Un momento de silencio para el coraje de James. Peleó contra
sí mismo para hallar sus palabras.
–¿Sabes? No te conozco hace mucho. Días, creo. Pero jamás
creí que podría ser real; esto. Que pueda… Convivir contigo. Siempre te he
visto… como el Sol. Inalcanzable. En buen sentido, claro. Me refiero a que eres
de la realeza y bueno… – James temió haberla asustado. Debió haber meditado más
lo que iba a decir. Sin embargo, Elsa bajó la guardia que tampoco debió de
haber subido ante James, no lo merecía. El sentido de sus palabras la había
ablandado en cierto modo.
–James. No sé cómo podré agradecerte lo que haces por mí. Sé
que debe ser difícil. Aunque sabes que no te obligaría a quedarte conmigo,
decidiste quedarte. Y eso significa mucho para mí.
–Tú también lo significas para mí.
–Eres un gran amigo, James. – Elsa colocó su mano sobre la
suya, regalándole una sonrisa. Esta no superó, de todos modos, a la de James.
Había estado deseando oír que le llamase así desde el comienzo. Un honor que en
sus sueños había pensado en obtener.
–De acuerdo, y como tu amigo… ¿Puedes decirme qué es lo que
tiene preocupada? – volvió a intentar.
Una leve oleada de tensión calló sobre Elsa como un velo.
Aquel par de amistosos ojos le invitaban a abrirse, a hablar sus problemas, sin
reproches de por medio, solo atentos oídos. Era difícil decirles que no. En
cierto modo, también estaba cansada de retener lo que sentía. Y James parecía
ser la mejor persona a la que confiarle sus tormentos.
–Está bien. Pero es complicado…
–Puedo entenderlo.
–Te lo advierto, no es sencillo que me comprendas. No estás
en mi posición, por suerte.
–¿Se lo has dicho a Jack?
–Algo así. – se encogió de hombros. – El hecho es que tengo
miedo. De volver a la realidad.
–¿Realidad? Pero si estamos en la realidad.
–Lo sé. Pero no lo siento así.
–Nunca me he sentido más en la realidad que ahora, Elsa. –prosiguió insistiendo.
–Pero no lo es. No durará por siempre. Míranos, James. Somos
un grupo de personas viviendo en el bosque. Mi lugar, ni el tuyo, ni el de
nadie es este. Pertenecemos a nuestro hogar. A veces me siento… culpable, de
haberte traído a la nada por algo que podría no resultar. –Elsa
inconscientemente comenzó a acariciar la piedra que adornaba su pecho.
–No digas eso. Sí resultará. Vine porque quería, y me
quedaré hasta el final.
–Ese es el otro problema. ¿Y si no tiene final?
–¿A qué te refieres?
–A mí. A esta maldición. ¿Y qué si mis intentos son en vano?
–Para eso estamos aquí, para darte apoyo. En caso de que las
cosas marchen bien… O no.
–¿Y si lo logro? ¿Qué pasará con…?
Con Jack.
–¿Y si dejas de pensar en qué pasaría? – James volvió su
vista al Sol cayendo lentamente en el cielo. De perfil, como ella le miraba,
parecía poseer toda la sabiduría del mundo siendo solo un chico. – Hacerlo solo
te llevará a preguntas sin respuestas. No te hará bien. ¿Por qué no solo
disfrutas este momento? Piensa en cuando regreses al palacio y recuerdes esta
experiencia. ¿Te gustaría recordar los últimos días que pasaste afligida?
Elsa negó con la cabeza, débil en cierto sentido.
–Exacto. La vida no siempre te da regalos como estos,
aprovéchalos. Porque no todo dura para siempre. Sé que nos iremos de este…
paraíso. Mérida volverá a su clan, Hiccup también. Rapunzel a su torre. Jack no
tengo idea de donde viene. Y tú… volverás a ser tú.
La muchacha le oía mientras permanecía en silencio. Y así
procuró estar por un largo tiempo, los dos sentados frente al río y al pasar de
las horas. No dijeron palabras, simplemente admiraron el momento, la armonía,
que reinaba en aquella beldad indefinible. En su regalo. Y Elsa, pudo sentirse
en paz con ella misma de nuevo. Al menos un poco.
–Gracias, James.
–No hay de qué.
–Oigan, lamento molestarles. – un empapado y chorreante Jack
se postraba ante sus pies, recién salido del agua y con la punta de los dedos
parcialmente arrugados. – Me quedaré a secarme un rato, comienza a hacerse
tarde. ¿Importa si me siento?
–Para nada. – le respondió James, dejándole un lugar a su
lado. Empero, Jack fue a sentarse al lado de Elsa quien permanecía como
estatua, mirando el horizonte.
Pronto se unieron Hiccup, Rapunzel y Mérida para dejar que
el calor de la luz del día les secara la poca ropa que llevaban puesta.
Conversaron poco y nada entre sí. Sentados al lado del otro en un sosegado
silencio, admiraron a la tarde convertirse en anochecer, al Sol llevándose las
últimas luces. Al tiempo llevándose su aventura. Disfrutando nada más que su compañía, el
momento. Aquello que no deseaban que acabase.
Jack y Elsa regresaron de una exitosa y ágil caza en la
que él intentó animarla, persiguiendo liebres hasta congelar sus colas, o
trepándose a los árboles. Elsa por fin comenzaba a reír; el consejo de James le
había servido más de lo que pensaba. Antes de darse cuenta, estaban de nuevo en
su centro de reunión. El fuego ya estaba encendido, iluminando los rostros
expectantes. Abastecieron y saciaron sus estómagos con rapidez. Jack se ofreció
esta vez a lavar los cacharros. Punzie, Mérida y Hiccup procuraron permanecer
en ronda alrededor de la fogata, calentando sus cuerpos de la brisa que
soplaba.
–Elsa. – James carraspeó.
Su atención se posó en el chico de pie frente a ella.
–¿Qué sucede, James?
–¿Podría… Hablarte? ¿En privado?
–… Claro.
Medio sorprendida, medio confundida, al Reina aceptó aquella
mano tendida y caminaron unos pasos lejos del fuego, hacia los oscuros árboles,
y más adentro del bosque.
–¿Está todo en orden? – preguntó Elsa.
–Sí. Sí. Bueno… No.
–No comprendo. – arrugó su frente.
–Verás… Hay algo que debo decirte. Necesito decirte. Pero no
sé cómo.
La muchacha seguía sin comprender.
–Tampoco sé si es lo correcto.
–James, estás sudando. – se alertó Elsa. ¿Qué le ocurría?
–Dime qué sucede.
–Pero tengo miedo – chilló acobardado. Dios, esto ha sido
mala idea. ¿Cómo decirle? – Como tú de tu futuro. Yo temo que cause problemas,
pero es que ya no puedo guardármelo. Cada día se me hace más imposible no
decírtelo. No sentirlo. –suspiró. Podía saborear el amargo de los segundos que
se apelmazaban en no correr, parecía eterno. – ¿Sabes? Mi padre solía decirme
que si amas a alguien, debes decirlo. No importa lo demás. Decirlo fuerte. Y
comenzar desde ahí.
Oh... Sabía a dónde se dirigía.
–Elsa, yo te amo. Y sé que amas a otro. Pero no me impide
amarte. Lo he hecho desde el día en que supe que existía una valerosa y amable
princesa. Te veía en los avisos reales, o al lado de tus padres. Te veía
inalcanzable. Pero pensaba en ti hasta cuando limpiaba los establos… No eso no.
– se retractó. – Me refiero… Me refiero a que es estúpido lo sé. Pero es lo que
siento. Ya está lo dije.
Sin obtener respuesta, su boca siguió hablando debido a su
desesperación en el momento. Estaba abriendo su corazón, diciendo lo que ella
no podía ver, y Elsa solo permanecía quieta. Imposible no entrar en pánico.
–Aunque no tenga esto clavado en mi interior, yo igual te
hubiese seguido hasta aquí, a cualquier parte. Hasta el fin del mundo. Tú solo
debes pedirlo.
Tras la larga bocanada de aire que James soltó, Elsa pudo
percibir que su cuerpo estaba tenso como una roca. Por lo menos sentía eso, era
un comienzo. Pero su mente continuaba en blanco puro.
–Di algo por favor.
Nada.
¿Por qué le decía eso ahora? Como si no fuese suficiente su
propia situación, pendía en sus manos
otro corazón. Elsa había olvidado
cómo hablar, cómo funcionaban las palabras y se fusionaban para armar una frase.
–Entiendo que pueda sonarte tonto y shockeante de alguna
forma. Pero por favor dime algo, o me volveré loco. – sus cálidos ojos
suplicaban y brillaban ante la falta de luz.
–James…
Pero James no dejó que terminara su oración que no sabía
cómo acabar. La besó. Su cabeza era un remolino de emociones, dolorosas en su
mayoría. Había deseado sentir sus labios, acariciarlos como es debido, con todo
el amor que había recolectado en el jardín de su pecho. Y tal vez eso le
reconfortara ante ese duro momento. Claro, James no se había imaginado esa
reacción de Elsa cada vez que fantaseaba con declararle lo que sentía. Era tan
frustrante, y en lugar de derrumbarse prefirió que un beso podría consolarle y
animarle.
Pero no. El mundo no siempre funciona como uno quiere.
Detrás de la cabeza de James, Elsa pudo ver con ojos muy
abiertos por aquel gesto, una figura delineada en la oscuridad. Una figura que
hasta podría reconocer con los ojos cerrados.
Jack.
Si hubiese podido ver sus ojos en la penumbra, podría haber
notado su dolor, su sorpresa, y su cólera. Pero sobre todo el dolor antes de desaparecer lejos de su vista dando zancadas frustradas o furiosas, no sabría decir.
– Oh, no… – El corazón de Elsa casi oyó resonando en su
interior, el eco de su corazón partiéndose.
Se separó de James con rapidez, percibiendo cómo su cuerpo temblaba.
Pudo sentir como se desmoronaba su ser por dentro y se enterraba en las
profundidades de la tierra. Su rostro abrigaba la vergüenza, estático en el exacto punto en el que él había desaparecido.
–¿Qué sucede? – James preguntó, más bien asustado por la
respuesta que creía que oiría.
–Yo… – ¿Qué estoy haciendo? – James… No sé cómo decirte
esto. No es mi intención herirte, pero esto no puede suceder. – urgía por
alejarse de él, pero no podía hasta no aclarar las cosas. Si fuese tan fácil
encontrar las palabras. – Porque… Bueno porque, tú, huh, yo…
–No me amas. Sí, entiendo.
Lo había hecho desde la primera vez que vio cómo Elsa miraba
a su Guardián. Valía más que mil palabras. Y por más que lo deseara con todas
su fuerza por el resto de la vida, James jamás podría ocupar ese lugar. Porque
la vida no siempre es justa. Y ahora podía verlo concretamente, sin ninguna
duda. La verdad no puede solo doler, puede destrozarte.
Pero es el amor el que puede sanar.
James colocó su mano sobre las de Elsa que imploraban a su
vez por comprensión. Lo había dicho con tal calma que le rompió aún más el
corazón a la muchacha. Elsa se quedó tan sorprendida por la respuesta que
durante unos segundos no fue capaz de moverse.
Esto no es lo que debía suceder, se dijo ella. Deseó haberse
quedado en el prado, no haberle oído. Pero lo había hecho, y el daño ya estaba
hecho. Su pecho se sacudió, inundado por un estertor de llanto reprimido y los
ojos comenzaron a dolerle.
Sabía lo destrozado que debía estar James, o más bien se lo
imaginaba reducidamente. Allí en su corazón de oro debía haber un hueco tan
profundo que al océano le daría envidia. Él era bueno, y no se merecía su
rechazo. Pero tampoco una farsa, una ilusión.
–No quiero que te enojes, ni me odies. Yo te quiero, James.
Pero también… – Elsa urgía por explicarle y salir corriendo tras su verdadero
amor. Pero algo también le dolía en su vacío pecho, no solo la desesperación,
sino pena por aquel que tenía enfrente. Dispuesto a todo por amor, pero un amor
que ella no podría sentir… Si bien Elsa estaba lo bastante cuerda como para no
dejar que algo la confundiese. Ella amaba a otra persona. Siempre había sido
así.
–Elsa, en verdad comprendo.– intentó sonreír para animarla,
para decir que no había daño. No pudo. –
Lamento… Haberlo hecho, no debí haberte deseado y menos si tú no lo
querías hacer, es que yo...
Quería al menos intentar. Elsa se imaginaba las palabras,
pero no quería oírlas ni en su cabeza.
–No lo necesitas decir, estás perdonado.
James soltó sus manos. Elsa se arrepintió de haberlo mirado
directo a sus ojos esmeraldas y húmedos. Notaba su falta de brillo, como si
hubiese desaparecido una parte de él, pero utilizaba todas sus fuerzas para no
dejarlo notar. Elsa no merecía la culpa por verlo así luego de la verdad dicha,
se repetía él.
–Ve, él te espera.
A Elsa se le escapó el aire.
La estaba dejando ir. James en verdad lo comprendía, y no
hacía nada. Tal vez su amor era tan fuerte y puro que no era necesario
detenerla, ser egoísta y guardársela para él solo. Sabía que ella le pertenecía
a alguien más.
Elsa no dijo nada, solo se dio la vuelta y echó a correr
como nunca. Tampoco es que hubiese algo más que decir. En dicha situación, las
palabras solo podían ser dagas que se clavan en el otro más que desenterrar las
espadas clavadas después de lo presenciado. Era mejor callar.
Jack solía escaparse por las noches a la intemperie, y ella
sabía que podría ser que no lo encontraría jamás. A menos que esté donde ella
creía que estaba, su lugar secreto. Ahora, tenía otro problema. ¿Cómo le
explicaría? ¿Querría explicaciones? ¿La odiaría? En su historia, escrita con la
tinta del tiempo, Jack había sido quien la había lastimado a ella, varias
veces. Pero ahora que era ella… No sabía qué hacer más que odiarse a sí misma.
Pensar claramente, no era una opción. Las lágrimas brotaban
y se perdían en las praderas del bosque barnizado en azul y colores jade. No
había tiempo de admirar el hermoso bosque. Solo podía correr como una estampida
y sin mirar a donde. La sangre tamborileaba en sus tímpanos.
El recorrido finalizó cuando se estampó sobre una sombra que
no había visto aparecer. Jack. Elsa había caído a un lado de él, pero su
corazón no se alivió ni por un momento.
–¡Jack! ¡Lo siento, lo siento, lo siento tanto! – dijo
mientras se ponía de pie.
Pero su rostro era inescrutable. Con una mirada sombría, se
incorporó, bastón en mano y siguió caminando con la cabeza gacha, lejos de
ella. Pero Elsa no lo dejaría irse.
–Espera, Jack, espera. Lo siento, en realidad yo no– Elsa lo
tomó de su brazo hasta que él se volvió hacia ella con fiereza controlada.
Suspiró impaciente.
–¿Qué es lo que sientes? – no había un tono de color en su
voz familiar, solo amargura. Negra, negra amargura. – ¿Haberme derribado como
un rinoceronte, o haber besado a James?
Fue un golpe directo para Elsa. No supo qué decir.
–Olvídalo. – Jack tampoco retomó su camino. Se quedaron
mirando, frente a frente.
–¡Él me ha besado, yo nunca lo haría y sabes por qué!
Jack suspiró de nuevo, casi riendo y miró a las estrellas
ausentes en el cielo. Era como si las mismas se hubiesen escondido porque
sabían que se avecinaba una tempestad. Pero Jack ya estaba cansado.
Pareció una eternidad hasta que él respondió.
–¿Sabes qué? No tiene sentido siquiera enojarme contigo o
hacer un escándalo. No quiero seguir siendo así si quiero que las cosas
cambien. Estoy cansado. Si tú lo amas verdaderamente, ve con él, no es
necesario que me expliques nada. Lo voy a entender.
–¿De qué hablas? Yo no lo–
–Pero deja ya esto de estar jugando conmigo, primero hoy a la mañana y ahora esto.
–¿Jugar contigo? – volvió a interrumpir chillando – ¿Estas demente? Yo no lo amo.
–¿De qué hablas? Yo no lo–
–Pero deja ya esto de estar jugando conmigo, primero hoy a la mañana y ahora esto.
–¿Jugar contigo? – volvió a interrumpir chillando – ¿Estas demente? Yo no lo amo.
–Pues yo a ti sí, pero no eres mía después de todo lo que ha
pasado. Por eso, ya no tiene sentido ser inmaduro, eres libre de hacer lo que
quieras. – perdió la poca soltura casual y afligida que había ganado. –
Demonios, puedes hacer lo que mierda se te cante. – habiendo soltado tal
brusquedad, buscó un poco de tranquilidad en sus siguientes palabras. No era su
intención haber sido directo, pero sus sentimientos eran inestables por el
momento. –
>Puedes quedarte conmigo, las puertas siempre estarán
abiertas para ti, o ir tras quien quieras. No estas atada a mí, Elsa. Puede
amar a quien desees, besar a quien quieras, o no amar a nadie. Pero yo no podré
dejar de amarte, hagas lo que hagas. Mi corazón es tuyo después de todo. Rómpelo,
rómpelo mil veces. Porque igual te querré, diablos.
Elsa hizo una pausa mientras buscaba las palabras que decir
con desesperación.
¿QUÉ RAYOS ESTABA DICIENDO?
Finalmente y como nunca antes había sucedido, Elsa no pudo
contenerse, y le dio una estruendosa bofetada a mano limpia. Él no se lo
esperó, tampoco el enojo de la chica; es
decir, había ido a buscarlo, con el rabo entre las patas. Y él le estaba
diciendo que era libre de hacer lo que quisiese, y todas esas palabras lindas.
Pero ella jamás le había golpeado así. Jack no lo podía entender, la golpiza lo
aturdió. Titubeó unos instantes, completamente desarmado.
–¡ESCÚCHAME, FROST! ¡No tienes derecho a hacer eso! – le
acusó, al borde de las lágrimas que hervían con su enojo.
–¿Hacer qué? – respondió gritándole a un excesivo volumen.
Se acarició su mejilla palpitante izquierda, podía sentir el golpe de su
delicada mano como una huella. Y su
irritación comenzó a surgir cual terremoto; primero, desde el interior de la Tierra, y luego brotando en la
superficie donde destruiría todo a su paso. – ¿Decirte la verdad acerca del
amor del que ya no quieres ser parte?
Otra potente bofetada, esta vez sobre su mejilla derecha.
–¿Quieres parar de hacer eso? – se quejó, mientras cubría su
nuevo moflete dolorido. Era sorprendente como de un segundo a otro la
conversación pasó de lágrimas y romanticismo a cachetadas y gritos.
–¡Te lo mereces! – Elsa respiraba al retortero, era
demasiado el esfuerzo que estaba poniendo y demasiada la ira y consternación.
–¡POR QUÉ! Solo te he dicho palabras bonitas y sinceras que
pensé que te gustarían, ¿y así me lo pagas? – se enfureció. Elsa volvió a alzar
la mano para una tercera, pero él la frenó en el aire y sostuvo con fuerza para
no dejarla ir. O acabaría con moretones y la nariz sangrante.
–Jamás, después de todo lo que hemos pasado, jamás digas que
no te amo. – dijo Elsa entre lágrimas. Como si las palabras fueran lija en su
garganta.
Algo en Jack se ablandó, aunque se negaba a rendirse ante la
tensión del momento.
–¿Y entonces por qué has hecho eso?
–James me besó, pero fue una equivocación. Entiende, Jack.
El Guardián miró para otro lado con el ceño fruncido.
–Él, tú, yo, y, aghh maldita sea, todo el mundo sabe que te
amo a ti. Eres tan terco y cabeza dura para creer que no es así. – dijo
furiosa, ahogando otra bofetada. – ¡Te crees haber madurado, pero lo que acabas
de decirme es la estupidez más grande que jamás has dicho! ¡Suéltame!
Pero su agarre no se había aflojado siquiera, sus dedos se
encajaban con tanta fuerza en su antebrazo que las yemas de sus dedos estaban
más blancas, si eso era posible.
Elsa estaba histérica, entre la rabia y tristeza.
–¡Te pedí que pelees por nuestro amor, porque yo haría lo
mismo! ¿Crees que me alejaría de todo lo que creo, de ti, así de fácil? ¡Pensé
que me conocías!
Los ojos azules y ardientes del muchacho se abrieron en
fascinación. Nunca había oído a hablar a la Reina con tanta… pasión
determinada, casi violenta. No, definitivamente violenta. Jack no estaba para
nada familiarizado con la nueva Elsa que se revelaba ante él.
Pero seguía furioso. ¿Por qué lo atacaba? Debería ser ella
quien debería dar una explicación luego de semejante situación que había
causado, pero Jack había decidido que no había qué perdonar. Había actuado como
un hombre debía, ¡y ella le golpeaba! El mundo estaba de cabeza.
–¡Eres un idiota!
–¡Ahora sí que me has llevado al límite! ¿De dónde salió
toda esta violencia? ¡No tienes por qué ponerte como una maniática, nos oirán
todos!
–NO ESTARÍA ASÍ SI ABRIERAS LOS OJOS. ¿POR QUÉ NO ENTIENDES?
–Hubo una pausa, como si Elsa se debatiera si debía escupirle en la cara o
besarlo allí mismo – ¡Jack, yo soy tuya!
Tuya.
El silencio era el coro bajo sus respiraciones y acelerados
latidos. Jack aflojó un poco su mano, al igual que su temperamento. Esas
palabras tenían tanto poder en él que le pasmó, le hacían sentir que había
ganado algo que parecía perdido hacía siglos. Tuya, abarcaba muchas
posibilidades, entre ellas una muy peligrosa que hasta ese entonces había sido
sometida a permanecer encerrada. Una sensación cálida, pero imposible de apagar
por más frialdad que poseas en el corazón. Solo podía aumentar hasta devorarse
al mundo entero en llamas.
Elsa se estaba entregando a él, como una propuesta sin dudas
ni vueltas. Estaba resuelto, una invitación directa. No obstante, él ya sabía
cómo valer tal invitación. Era suya.
Y Jack quería más.
–Te amo a ti, y no es una novedad. Acéptalo ahora, o déjalo.
– Jack había permanecido tanto tiempo en silencio que Elsa no supo qué hacer
más que llenarlo con palabras un poco bruscas de lo que pretendía. Simplemente,
la dulzura no le estaba saliendo. Su anterior arrebato había disminuido hasta
derretirse. Estaba temblando, pero esa era la última oportunidad de usar su
arsenal que se marchitaba. Una última fuga de ira mezclada con lágrimas y
calidez. – Sabes que yo jamás te dejaré ir si es lo que quieres.
El aliento de Jack se soltó dejándole sin respiro, su boca
estaba seca. Se cansó de retener una tormenta en sus bolsillos.
(***)
Sujetó a Elsa de la nuca con mano firme y estampó al rojo
vivo un beso, el cual expresaba lo que las palabras simplemente no podían:
sentimientos de necesidad, codicia, amor, hambre y en menor medida, angustia.
La besó como nunca la había besado antes. Los brazos de Jack se deslizaron a su
alrededor y sostuvo su cuerpo blando estrechamente con el de él. No había ira
en ese beso, sólo hubo deseo. Deseo y una clase de dulzura que le daba cierto
efecto de ensueño.
Era tanta la desesperación y la fibra con la que la había
besado que dejó a Elsa petrificada hasta que se desmoronó en sus brazos. No es
que se haya esperado tal arrebato con sabor a lujuria, o que pensara siquiera
resistirse. Había aprendido que no existía célula en ella que pudiese
resistirse a su calidez. Y esta vez, a pesar de las barreras que su intención
aclamaba, Elsa cedió completamente ante él.
Abandonó todo rastro de raciocinio en su mente, solo había
lugar para la imagen de Jack y las emociones que sus cuerpos estrechados le
hacían sentir.
No se negaba al hecho de que lo que estaba por hacer, o
dejarse hacer, era prohibido. Había sido instruida toda la vida que no podría
entregarse a ningún hombre antes del matrimonio, que su cuerpo le pertenecía a
su Reino y que había leyes que seguir. Desligarse de su voto de castidad podría
significar problemas – si alguien se enteraba. Pero no había regencia
suficiente que pararan a estas dos fuerzas de la naturaleza.
A Elsa no le importaba. En ese momento lo necesitaba,
precisaba que la estrechara, apretara y tocara para hacerla sentir viva, mujer
y deseable. Por su parte, las caricias insaciables de Jack la anestesiaban y a
su vez la incendiaban. La joven no sentía ya ira, ni tristeza, miedo,
solo… exaltación. Se alejó unos
centímetros de él, para admirarlo por un segundo. Había un brillo en sus ojos
indescriptibles e irresistibles. La miraban con tanta intensidad entre una leve
rendija como si ella fuese un manantial ante un hombre sediento. Destilaba una
fragilidad, una franqueza que solo ella tenía el privilegio de ver.
Ese era el otro tema. Jack no hacía nada poco entusiasta y
esa cosa en particular había querido hacerla siempre, aunque lo escondía,
aunque pretendiese que no existía esa emoción, que estaba interesado en otros
asuntos, algo en su interior se hacía encender con ella, ardiente, bravío. Y
esa vez, había desatado un imparable incendio.
Se sentía como si estuviera poniendo todo su corazón y alma
en ese beso placentero. Elsa se encontraba indefensa contra él y en el momento
no quería ser otra cosa diferente. Suspiró, abandonando su aliento en la boca
de Jack y se dejó fundir contra su cuerpo.
–Tampoco te dejaré ir. – logró decir él entre sus besos
frenéticos. La lengua de Jack se adentraba en ella para acariciar la de su
compañera, probarla, levantando la piel de gallina en todo el cuerpo de la
joven.
Elsa clavaba sus manos en el blanquecino y desarreglado pelo
de Jack. Sabía que era algo así como su punto débil. Acercó más a sí su cuerpo
hasta que sus caderas chocaban entre sí y era imposible siquiera moverse,
escapar.
Era impresionante como un momento de ira, cachetadas y
gritos, se había convertido en un ritual íntimo.
Perdían estabilidad, notó el Guardián, por lo que alzó a
Elsa de las piernas sin siquiera despegar sus labios húmedos más que para
respirar. Ella se dejó alzar y enredó sus extremidades alrededor de su cintura,
y sus brazos alrededor de su cuello. Luego lo que sintió fue un golpe seco
contra la corteza de un árbol mientras Jack la arrinconaba.
Jack jadeó en algo parecido a un rugido que quedó atrapado
entre sus bocas. El fuego se construyó entre ellos en un escozor letal y
sensual. Cada beso se hizo más largo y profundo hasta que se encontraron
completamente fusionados e incapaces de soltar al otro. Jack no daba a abasto,
su avidez se desbordaba de él como un escape en una represa. Tuya… Flotaba en
su mente. Se estaba por volver loco.
Rozó con sus ásperas manos marcadas por el tiempo la
delicada superficie de los muslos de la muchacha, ajustando su agarre en cuanto
ella jalaba inconscientemente de su cabello. Pronto sus manos, en su divague,
levantaron su vestido celestino hasta antes de las caderas. Para sorpresa de
Jack, Elsa no lo volvió a su lugar o emitió queja alguna, sino que parecía
hipnotizada en acariciar sus labios jugosos y su cabello con sus manos. Estaba
confundido pero no se quejaba. Sentía que su interior intentaba salir por su
pecho – y por su el sur de su pelvis – , entonces aprovechó para estrechar su
cadera contra la suya como si fuera a mantenerse unido, y siguió acariciando
aquellas cándidas piernas desnudas que siempre se empeñaba en esconder para en
seguida mimar su cintura.
La piel se calentaba y su sangre le ardía en las venas bajo la presión de las manos de Jack por su
cuerpo. Su respiración era agitada y su corazón latía con fuerza en pleno
pecho. Estaban tan cerca que seguro él podía sentirlo también. La cabeza le
daba vueltas. Vueltas de placer por cada caricia de lengua, por cada roce de
sus labios, por cada estrujón de sus dedos. Olvidaba cómo respirar. Se le
escapó un leve jadeo, suficiente para aumentar la excitación.
Jack desarmó su beso, evitando sus juguetones labios, para
entrelazar una mano en la trenza platinada e inclinó la cabeza de Elsa hacia
atrás hasta que rozaba la superficie rugosa para rendirle cuenta a su cuello.
La besó en el hueco recóndito tras las orejas, y deslizó sus labios húmedos por
la curva de su cuello hasta morderla en el punto de unión con su hombro. Las
huellas eran su marca, decían mía. Elsa inhaló y estiró la cabeza hacia la
izquierda, dándole permiso de continuar y acceso total a todo su cuello,
poniendo los ojos en blanco.
Los besos se hundían en su piel y su fría boca mordía el
lóbulo de su oreja derecha. Elsa sintió como si le hubiesen derramado agua
hervida sobre la piel y contrajo el vientre en una ola de placer que le hizo
estremecer por accidente. Él sintió su apremio, por lo cual Elsa pronto apreció
una risa formándose contra la piel de su cuello. Jack empujó la tela de su
vestido más lejos mientras besaba su punto débil y olía su aroma combinado con
el bosque. Exquisito.
A la vez, sus manos, acariciaban sus anchas caderas,
rodearon la curva de su trasero e iban más profundo por sus piernas,
acariciando sus aductores desnudos lentamente, yendo por zonas peligrosas que
de a ratos le provocaba a ella estremecimientos violentos. Oh, no tienen idea
de la satisfacción que Jack sentía al sentirla temblar contra y gracias a él,
el oírla ronronear. La acorralaba con el doble de ímpetu contra el inocente
árbol cuando sentía que sus piernas enroscadas en él se movían cual gelatina y
amenazaban con desmoronarse.
No obstante, por más inexperta que fuese, Elsa decidió que
era su turno de jugar. Tomó coraje y envió a sus manos a investigar el abdomen
de Jack por debajo de su abrigo azul. Sus yemas rozaron la suave y dura textura
de su fría piel, saboreando los relieves de su vientre. Jack se tensó, elevando
una parte de la comisura de sus labios lo cual la hizo sentir infinitamente
poderosa. Luego, se aventuró ávidamente
hacia su pecho, macizo y adonis. Elsa deseaba aquella contextura delgada
y firme, musculosa pero sin exagerar. Los músculos de sus brazos varoniles se
tensaban bajo su abrigo mientras la comprimía contra él como si quisiese
fundirla en su piel. El sentimiento era deleitable, para ambos.
Elsa quería más… pero ya.
Jack se las arregló para alejarse de ella sólo lo suficiente
para ayudarla a arrancarle el hoddie escarchado sobre su cabeza, como si le
asfixiara, y lo arrojó a un costado. Elsa se detuvo un instante para admirarlo
por completo. Bajo las luces plateadas de la noche, su torso y sus anchos
hombros se tallaban en un blanco marfil. Ella se dio el gozo de dejar merodear
sus manos por la espalda de él, y agasajó aquella piel desnuda con más fervor y
celo. Lo deseaba tanto que no parecía posible.
Jack respondía oprimiéndola con más y más fibra contra el
árbol, y allí donde sus piernas se separaban, restregaba diminuta y
rítmicamente su pelvis que ardía con tal de sentirla. Con timidez, al
principio. Pensaba que quizás se estaba aprovechando de Elsa, quien perdía la
noción, el control, por él. Pero es que ella le excitaba tanto que casi había
perdido el norte. Solo actuaba por impulso, por un primitivo instinto. Sintió
las uñas de la muchacha clavándose y arañando en su espalda, sabía que la
estaba volviendo loca lo cual acrecía su revuelo emocional en él. Y él estaba
por perder la cabeza en tanto ella siguiera retorciéndose contra él.
Para hacerlo más interesante y grato, Jack guio su tacto por
aquel blando vientre hasta subir a la copa de sus senos. Espero la reacción de
Elsa, si se imponía. Acarició con cuidado la parte inferior de los medianos
pechos y se encorvaba sobre ella para besar el blanco de la piel de su pecho,
por encima de su corsé. Alzó la mirada con curiosidad para escrutarla y ver su respuesta,
pero ella tenía la vista al cielo, los ojos cerrados mientras jalaba la melena
de Jack. Eso no lo detuvo, le hizo seguir. Elevó ambas manos para poder
encerrar los senos y jugar con ellos, Elsa se arqueaba ante él.
Dudando si podría seguir dejando que él la tocara y no
enloquecer en el camino, tomó sus manos en pleno acto. El azul de los ojos que
la miraban despedía sorpresa, enojo y pena. Elsa ahogó las ganas de reírse.
Pero ahora que estaban inmóviles, el ardor de las huellas de sus manos moldeadas
en ella quemaba más. Había sido una mala idea hacerle parar, sin embargo no las
soltó.
Elsa sostuvo sus manos hasta llevarlas detrás de sí, a su
espalda. Con miedo, pero decidida a hacerlo. Nunca se había sentido más segura.
Se curvó para que los dedos de Jack encajaran entre el tronco y su espalda, y
sujetaran el borde de su corsé de hielo. Jack seguía sorprendido. Sus pechos
rozaron la barbilla de Jack, quien aprovechó por besar en el borde de la tela
más cercano al corazón.
–¿En verdad quieres que lo haga? – preguntó con voz
provocativa y peligrosa, buscando sus ojos cegado por la oscura neblina del deseo. Elsa asintió entre la duda y las
ganas. ¿Cómo decirle que no? Jack conocía que si la desnudaba allí mismo, no
habría vuelta atrás. – Porque si lo hago, no me haré responsable de mis
acciones.
Elsa asintió mordiéndose los labios, nerviosa y
aterrorizada, como es natural.
No había cierre o botones en aquella aprisionadora prenda
del demonio. Trayéndole sin cuidado, Jack rasgó la tela hasta quitársela de
encima. Ni una pena sino gloria, había deseado romper y rasgar su ropa desde
hacía tiempo. Moría de ganas de descubrirla y tocarla, tentar aquellos pechos
vírgenes jamás descubiertos y que tanto
anhelaba en ese momento.
—Mírate. Eres preciosa —murmuró. Y allí estaba, contemplando
aquellos deliciosos senos por primera vez como si fuesen dignos de los cielos.
Y eran suyos. Se entretuvo un rato rindiéndoles reverencia, lamiéndolos,
presionando, humedeciendo y mordiendo sus pezones con cuidado, como si fuese a
asustarla o lastimarla. Pero ella solo rebosaba placer. El momentáneo pudor de Elsa
cuando sintió sus ojos clavados en ella, en ellos, quedó ahogado por una
eléctrica ola de delicia que lo arrastró a las profundidades.
Elsa estaba perdida en otro mundo, nadando en aguas
placenteras, se sentía tan extasiada que literalmente, dolía. Se sentía tan
mareada, tan feliz, mal y bien.
–Deberíamos parar. – Jack parecía ser el único capaz de
hablar, aunque lo hizo sin una pizca de intención de frenarse. Porque no
podría. Pero era su responsabilidad saberlo, no haría nada que ella no quisiera,
a pesar de que él conocía los problemas y aun así seguiría adelante. Si bien
sería mejor llamarlo irresponsable a lo que estaba por hacer, encaminándolos al
punto sin retorno. Pero la amaba tanto, la deseaba con tanta pasión, que si
seguía esperando, negándose, moriría. Necesitaba aunque sea una mínima
aprobación, o aunque sea unas palabras para saber que no era un sueño del que
despertaría y acabaría…
–Nunca.
Jack tapó sus palabras para embestir los labios de Elsa, que
de tanto besar se tornaban morados. Mordió su labio inferior para luego
besarla, Elsa tiró de su espalda para acercarlo a ella, sus torsos desnudos se
tocaban y aplastaban en sus agitadas respiraciones. Jack acarició la mejilla de
Elsa, apreciando la tersa piel, y descendió poco a poco por su cuello,
clavícula, pechos, abdomen hasta que llegó a su pelvis. Para ese entonces, Elsa
se moría por sentir más de aquella mano sobre ella. Gimió en señal de queja.
–No tengas miedo. – susurró él a su oído. Pero Elsa ya no
temía.
La joven sintió como la mano de Jack burlaba la guardia de
la tela colgante de su vestido y se escabullía por su ropa interior estilo
colonial. Luego, sus dedos acariciaban con rítmicos movimientos su interior,
haciéndole sentir a Elsa todo tipo de sensaciones tórridas dentro de ella.
Estimulaba aquella delicada zona con movimientos ágiles de sus dedos en
círculos, con fuerza e intensidad, pero a su vez tratándola como si acariciara
pétalos de una flor.
Podía sentirlo como iba perdiendo el aire, su vientre se
contraía en espasmos y se aferraba con más fuerza a los hombros de Jack porque
sentía que se desarmaba. Se desmoronaba en mil pedazos, se derretía
literalmente. Hasta que un último y accidental grito anunció su primer orgasmo
a los aires. No había querido gemir tan fuerte, ¿y si había alguien cerca? Pero
sus pensamientos se volatizaron y volaron por los aires en cuanto, entre sus
temblores, Jack seguía besándole como si no fuese suficiente goce y placer.
No se la estaba poniendo fácil.
Elsa, no pudiendo soportarlo, probó a deshacerse de su viejo
pantalón amarronado deslizando con torpes dedos el borde contra su pelvis. Pero
estaba tan obstaculizada por la codicia que la prenda no cedía ante sus manos.
Teniéndole piedad, Jack tomó sus manos, se las llevó a la boca y mordió las
yemas de sus dedos helados, acariciándolos con la lengua hasta que Elsa olvidó
por completo lo que estaba por hacer y limitándose a morir de placer ante el
éxtasis. Y entonces, decidieron dejar tranquilo al pobre árbol; Jack la sujetó
de los muslos para luego tumbarla bajo
él sobre el pasto, produciendo un ruidoso sonido al caer. Al instante, delicada
escarcha comenzó a formarse a su alrededor para pintar aquella cándida escena.
No sabían producto de quien de los dos, pero tampoco importaba.
Se miraron a los ojos, tanto los de ella como los suyos
velados por el deseo, y por un momento fueron más que conscientes de lo que
estaban haciendo. Jack percibió la repentina vergüenza de Elsa, su titubeo
matizado con temor, y le acarició el rostro con cariño, antes de acercarla a su
boca y besarla con una tranquilidad pasmosa, como si no estuviera a punto de
estallar de deseo.
–¿Estás bien? – preguntó Jack, más bien había sonado como un
graznido ahogado, debía empeñar cada célula de él para no hacerla suya en ese
mismo instante. La preocupación por ella sin embargo le hizo recapacitar.
Elsa afirmó con la cabeza.
–Sí. – Pero ni ella ni él se habían creído su palabra.
–¿Tienes… Tienes miedo?
Elsa se quería morir allí mismo por la embarazosa situación.
Nada más asintió.
–Jack… No sé cómo hacer esto.
–Yo tampoco. – admitió con media sonrisa de timidez.
Esperaba que ese gesto tranquilizara un poco a Elsa al ver sus facciones
tensas.
–No, pero en verdad. No sé… – su nuevo temblor se debió al
desvelo.
–Oye, – colocó su mano para cunar su mejilla. – Si quieres
podemos no… – se atragantó en sus
palabras. Le dolía en su humanidad decirlo, Dios, tenía sangre en las venas,
porque la respuesta podría ser un sí que acabaría con toda esa necesidad y avidez
que le quemaba a flor de piel. – No haremos nada que no quieras.
–¡No, no! – se apresuró por decir. – Es que… – es que no
sabía qué decirle. ¿Que le tenía miedo a lo desconocido, a lo nuevo? ¿A
defraudarle? ¿A perderle después de tener todo de él? No, sería ridículo. Era
hora de ser valiente, de dejar de temer. ¿No? Estaba aterrorizada como es
normal, pero anhelaba que ocurriera más que nada. No tanto la parte física, que
para ser sincera le asustaba mucho, como la intimidad que le aportaría y la evolución
que hacer el amor supondría para ellos.
–Tranquila, tampoco es que soy un experto. – de hecho,
tampoco tenía experiencia. Jack acarició su pelo con nerviosismo, su mano
temblaba mientras la otra estaba apoyada en el verde pasto para mantenerse sobre
el cuerpo de ella. Tal vez la había asustado, algo parecido había en los ojos
de Elsa. Habló con más cariño. – Voy a cuidar de ti, ¿de acuerdo? Como lo he
hecho desde que nos conocimos. Como haré siempre. ¿Confías en mí?
Ya era suya, ¿cómo no iba a hacerlo?
–Confío en ti. – Y todas sus dudas se disiparon.
Apretó sus labios contra los de él, haciéndole saber lo
lista que estaba. Jack se tomó el tiempo para besarla y mimarla aquí y allá
hasta que Elsa retornó a su punto de
locura por puro placer, a punto de estallar en llamas. Delineó su cintura con
las manos. Volvió a sentir como sus uñas
se clavaban por su espalda, dejando rastros dolorosos y apasionantes.
El Guardián se retiró el tiempo justo para liberarse de su
pantalón junto con la larga falda de Elsa y volvió a besarla por largo tiempo
antes de retirarle su último resguardo de tela, su última barreara. Quedaron
los dos totalmente desnudos, entrelazados sobre el frío y duro suelo del
bosque.
La besó, mordió sus labios y hombros haciéndola
estremecerse, como en el árbol, pero infinitamente peor. La hacía sentir
impaciente y deliciosamente bien.
Con cuidado, Jack le separó las piernas delicadamente, allí
donde la chica sentía que la parte interior de sus muslos hubiera llegado al
límite de su paciencia, y la miró a los
ojos. Su muda pregunta tuvo como respuesta a Elsa apartándole un mechón blanco
que caía por su frente, pudo ver un brillo perverso en sus ojos celestes.
A la sazón, se hundió en ella, seguro de sí mismo. Tenso, al
comienzo. Empujó su miembro con más fuerza y concluyó de adentrarse en ella
arrancándole un suave gemido que Elsa tapó con la mano. Podía sentirla
completamente bajo él, dolorida, rígida, hasta que luego de varios segundos –
para Jack, interminables –, ella comenzó por relajarse y a besarle por los
hombros y a arrullar su tiesa espalda.
Jack se aflojó lo bastante para recordarse de respirar. Elsa
le buscaba con los labios, él le respondía, profundizando sus besos. Tardó unos
instantes en ser capaz de moverse. No obstante, aquellos juguetones y delicados
besos en su piel volvió a encenderlo. No, carbonizarlo. Se balanceó un poco
hacia atrás, y volvió a penetrarla, adentrándose en ella con toda la delicadeza
que fue posible. Tenía miedo de romperla como a una copa de cristal, la veía
tan delicada y frágil. Y al tenerla de esa forma, mirándole como si él fuese el
mismo paraíso, no podía evitar amarla hasta el punto de volverle de la cabeza.
Pretendía cuidarla con su vida. Darle su vida.
Poco a poco, el dolor
cedió y la penetración fue intensificándose. Jack la embestía con más energía
que le hacía cosquillear, sudar. Ambos jadeaban, gruñían, se entregaban al
otro, se daban placer. Cada vez que Elsa decía su nombre entre gemidos, Jack
perdía el control de sí, su cuerpo actuaba solo. Le respondía como ella quería,
reclamándola.
Entre el rigor del momento, Elsa no se había dado cuenta de
estar besando a Jack, y entre sus temblores había mordido el labio inferior de
Jack, haciéndole sangrar. Un hilillo de sangre creció de él, pero ninguno de
los dos le dio importancia. Los besos ahora sabían distinto, le daba una pizca
de excitación inconfesable. Jack se apartaba de los labios aspirantes de Elsa
para besar su piel, dejando huellas carmesí que resaltaban de su blancura, lo
cual le volvía más desequilibrada. Mía, mía, mía. Dejó que el dueño de aquellos
ojos celestiales que llenaba todo su universo la llevara a cumbres
inexploradas.
Se sentía delicioso, atento y maravilloso, ¿de qué otra
forma podría calificar el vaivén del momento?
El cielo. Elsa solo podía ver el cielo entre su visión
borrosa. Brillantes estrellas centellaban en un mar azul. Pero Elsa podía verse
reflejada en el cielo, o tal vez deliraba mientras llegaba a la más exquisita
culminación. Sin embargo, no deliraba. Ese cielo eran un par de ojos que la
miraban en una pequeña ranura llenos de perverso deseo y amor.
Elsa no solo veía borroso, sino que tampoco oía más que los
grillos, sus gemidos y jadeos, o podía oler algo más que no fuese el gélido
aroma de Jack. Incluso sentía en su boca el sabor a sal y metal de la sangre de
los labios de Jack que ella misma había hecho derramar. Pero el tacto, oh, el
tacto, lo sentía, en cada centímetro de su piel estaba el roce de él, labios
que besaban piel, labios que besaban labios, piel que tocaba piel.
Y después, dejó de pensar, desear, solo podía sentir.
Un punzante cosquilleo la invadía desde la cabeza hasta la
punta de los pies y se concentraba en su vientre. Cada vez que él la arremetía,
esta se descargaba como los truenos al rasgar la tormenta, fluía y palpitaba
más y más. Y explotó, desbordándola como con una avalancha que llegaba a todo
su cuerpo. Aulló, estremeciéndose sin contención y sin ser siquiera consciente
de ello. Concibió cómo un calor distinto al de Jack del que se estaba
acostumbrando, se internaba en las profundidades ella. Jack la estrechó como si
quisiera absorber cada vibración de su cuerpo, cada aspiración y latido. Fue
cuando ella se quedó quieta en sus brazos, derretida, que la siguió al éxtasis
con un gemido estrangulado en sus labios.
Durante unos momentos, anhelaron poder permanecer enlazados
en el otro, extinguidos en la más inseparable caricia por el resto de los días.
Jack posó su rostro en el cuello de la muchacha, y permanecieron de esa forma
por unos largos minutos.
Se podría decir que por fin comprendían aquella expresión;
“tocar el cielo con las manos”. Más bien habían estado allí. ¿Cómo es que un
acto tan mundano como hacer el amor se sintiese como el paraíso? Para Jack,
estar pegado a ella y poder tocarla desenvueltamente, lo era. Se negaba a
apartarse ni siquiera un poco aunque su vida dependiera de ello. Se sentía
demasiado reconfortado, cómodo, saciado como para hacerlo.
Feliz, completa, segura, transparente, de esa forma se
sentía Elsa y a pesar de estar dolorida y considerarse partida en dos, estaba
relajada como nunca. Volvieron ambos poco a poco a sí, trayendo consigo su
control, la realidad y la sensación de vergüenza. Elsa presentía como esta le
jugaba una mala pasada, por lo que comenzó a reírse histéricamente. Jack se
incorporó lo justo y suficiente para ver tal reacción con sorpresa, su risa
prontamente contagiosa.
(***)
Debían verse ridículos, riéndose desnudos sobre la nada,
encimados en el otro. No es que fuese divertido, sino agradable. Eternos
minutos pasaron cuando finalmente Jack dejó de aplastarla con su cuerpo para
recostarse en aquel círculo de escarcha moteado en la hierba.
–¿Estás bien?
Elsa asintió.
–¿Te he hecho daño?
–Para nada. – solo que sentía que una roca se le había
venido encima. Pero no podía quejarse.
–¿Segura? – joder, él seguía preocupado mientras ella reía
tontamente. El mundo volvía a estar de cabeza.
–Shhh. – le calló tocando con delicadeza sus labios.– Te
amo.
–¿Crees que no lo sé? – sonrió él. – También te amo.
Jack le dio un rápido y contento beso para alejarse a buscar
su abrigo, sin pudor de que Elsa le viera desnudo mientras se paraba. Tampoco
es que ella haya apartado la mirada. Cuando lo encontró, Jack volvió a tumbarse
a su lado, arropándolos a ambos bajo la pequeña prenda que no cubría casi nada
de sus cuerpos.
–¿Ahora qué? – ella rio. Se encontraba tan en desventaja y
perdida que se sentía patética, ¿cómo se suponía que volvería a ser la vida
después de ello?
–¿Tienes sueño? – Jack apoyó el peso de su cabeza sobre el
puño de su brazo flexionado. Elsa se removió en el ahora que lo notaba incómodo suelo para
quedar enfrentada a él.
–No.
Una misteriosa sonrisa nació de Jack; escondía en ella las
ganas de proponerle una segunda ronda (en su mente no sonaba ridículo en ese
contexto), pero sabía lo dolorida y cansada que ella debía sentirse. Sería
mejor aguantarse… hasta la próxima.
–¿Quieres que te cuente una historia?
Esto y su pícara sonrisa hicieron que la joven volviese a
reír.
–Siempre quieres contarme historias. – reconoció.
–Claro, eres una buena espectadora. Y no importa cuánto lo
niegues, sé que te gustan mis cuentos. – le aguijoneó con el mismo humor. –
Entonces, ¿eso es un sí?
Elsa jamás pensó que sería posible, pero por segunda vez en
la vida deseó que lo hiciese. Solo por hoy.
–Sí.
Jack carraspeó y entrelazó sus manos con las de la muchacha.
–Había una vez, en un pueblo no muy lejano, un chico llamado
Jackson Overland. Sus padres eran pioneros nacidos del otro lado del ancho mar
en busca de una nueva vida y que viajaron al viejo mundo para tener a sus
hijos. Uno de ellos era Jackson. No solo era el mejor cómico e inteligente de
todo el pequeño pueblo, sino el más guapo y el más perseguido por las chicas.
Tenía increíbles ojos marrones y un asombroso cabello castaño del que la gente
moría de envidia. – inconscientemente, Jack se peinó su cabello blanquecino,
casi deseando que con el roce de su mano pudiese volverse marrón.
– Como sea, él tenía una pequeña hermana a quien apreciaba más que a nadie; Emma. Siempre jugaría con ella, le gustaba hacerla reír. Pero un día, luego de despedirse de su madre y su padre que iba a su arduo trabajo, fueron a patinar con su hermanita al lago a unas millas de su cabaña. El invierno estaba empezando, pero el lago se había congelado más rápido de lo normal. Mientras patinaban y jugueteaban, Emma sintió que el suelo temblaba.
– Como sea, él tenía una pequeña hermana a quien apreciaba más que a nadie; Emma. Siempre jugaría con ella, le gustaba hacerla reír. Pero un día, luego de despedirse de su madre y su padre que iba a su arduo trabajo, fueron a patinar con su hermanita al lago a unas millas de su cabaña. El invierno estaba empezando, pero el lago se había congelado más rápido de lo normal. Mientras patinaban y jugueteaban, Emma sintió que el suelo temblaba.
> Precisamente, la fina capa de hielo del centro del lago
se estaba resquebrajando bajo sus pies. Era una pesadilla. Si caía, moriría,
Jackson lo sabía. Tan solo era una niña pequeña, tenía toda la vida por
delante, y ahora estaba sobre las garras de la muerte por su culpa. Pero
Jackson Overland no iba a dejar que eso pasase. Exitosamente, logró apartarla
de allí con un bastón de madera, pero sin saberlo, y aturdido por la felicidad
de haberle salvado la vida, no pudo ver como la suya era tomada. Él había
terminado en el lugar donde Emma había estado, y efectivamente y por la bendita
ley de gravedad, cayó a su fría tumba. El resto era historia, al igual que él. Lo
último que supo de su vida fue el grito de su hermanita: Jack. Su corazón se
detuvo en las profundidades de aquel lago, envenenándose con el agua gélida y
acorralado entre los brazos de algas que crecían allí.
Elsa oía sin que se le escapara una palabra, metiéndose en
la historia en carne propia.
> Hasta que un día, encontró la vida después del camino.
El espíritu más poderoso de todos, Hombre de la Luna, lo había escogido a aquel
simple campesino, muerto, para una nueva oportunidad. Una nueva vida. En
principio, sintió la oscuridad, miedo. Cuando despertó, no tuvo ni una pista de
cuánto tiempo había pasado desde su partida. Sabía, claro, que había muerto,
era lo único que podría saber de sí. O no lo único. Jack. Eso fue todo lo que
la Luna le dijo. Así que ese era su nombre, ¿pero quién había sido? No
recordaba a sus padres, ni su hermana, ni de dónde era. Solo conocía aquel
nombre. Su nombre. Hasta un tiempo en adelante, el no habría sabido nada de
Emma y su propia vida pasada, no habría
recuperado sus recuerdos gracias a una vieja amiga que por extraño que parezca,
preservaba sus dientes desde antes de morir.
> Un espíritu, eso era. La Luna le había permitido
conservar su humanidad luego de haberse sacrificado por su hermana. Amor
verdadero, le dicen. Por lo que su cuerpo y alma habían resucitado, aunque en
parte. Su primera bocanada de aire había sido como respirar bajo las turbias
aguas asesinas, fría. Y frío era lo único que podía apreciar. Sus manos eran
pálidas, su cabellera blanca como la nieve, y sus ojos del color de aquella
laguna. ¿Era un muerto viviente? No, aunque su cuerpo pareciera congelado.
Porque para estar vivo, hay que sentir. Se debe tener alma. Y él la había
recuperado. Por lo menos su corazón latía, el regalo de la Luna. Se lo había
ganado. No era un simple mortal tampoco. Tenía lo que el mundo conoce como
magia. Eso era todo. Se imaginaba años y años de juegos y diversión. Pero solo
obtuvo soledad.
>Pensaba que la Luna le había castigado haciendo que
fuese invisible ante los ojos de los que no tenían fe en él. Estuvo excluido,
gritando, suplicando por atención cosas que jamás fueron oídas por los
mortales. Solo. Y pensaba que así sería para él por siempre.
>Con el tiempo, también tuvo el honor de servir al bien
que existe en el mundo. De cuidar a quienes no pueden. Entonces, su vida tomó
con agasajo ese nuevo rumbo. Algunos le veían, otros no, gracias a que
historias de él comenzaron a circular. Sin preocupaciones más que llevarles una
sonrisa a los niños del mundo, traerles diversión y fe. Hasta que una mujer,
cerrada a él y al mundo, apareció en su vida. Más bien él en la suya. Lo volvió
loco, le hizo reír, le dejó en vela por noches pensando en ella, le hizo
enojar, le hizo pelear. Le hizo desear, amar. Y por esa chica, sintió lo que su
alma inmortal nunca había presenciado – aunque su mortal sí. Amor verdadero. Y
bueno… El resto, el resto ya lo conoces.
–¿Acabas…
–¿De contarte mi historia? – le interrumpió. – Sí. Y espero
que tenga un final feliz, o un desarrollo muy largo y feliz, no estoy seguro.
Pero solo si estás a mi lado. Despertar por las mañanas teniéndote como mi
primera y última imagen. No hay nada más que pueda pedir. Elsa, no me interesa
si envejeces, o si mueres, o si permaneces inmortal. Solo puedo prometerte amor
incondicional. Si me aceptas, quiero vivir la vida contigo, por el resto de lo
que dure. Por siempre.
Jack acariciaba el dorso de su mano entrelazada con su
pulgar. Elsa apretó la suya con fuerza, y con la otra peinó con cariño los
cabellos que cubrían el rostro de Jack. Los apartó para mirarlo más profundo en
sus ojos, no podía decir si estaban húmedos por las lágrimas o ese era el
brillo que tomaba cuando abría su corazón a ella, le decía su nombre y que la
amaba. Se sentía emocional luego de conocer al completo la historia de Jack. No
había nada que no supiera de él ahora.
–Jack Frost, eso es lo que siempre he querido.
Jack sonrió con suficiencia ante la respuesta que él estaba
esperando.
–Vamos, dime que sí. Necesito oírlo el sí aunque sea una vez.
Elsa rio ante la tonta exigencia. ¿Cómo decirle que no?
–Sí. – por cada sí que le decía, le besaba en los labios
entre risas. – Sí, quiero amanecer contigo. Sí, quiero abrazarte por las
noches. Sí, quiero prepararte el desayuno…
–¿Segura, el desayuno? ¿No hay cocineros para ello? Porque
me gustaría preservar mi integridad física sana. – bromeó.
–¡Oye! – el comentario le hizo reír más. A ambos. –¡Nunca me
has visto cocinar!
–Por eso mismo digo.
–¿Te das cuenta…
–¿Mhmm?
–Que esto, nosotros, es… Diferente.
–¿A qué te refieres?
–A que se siente como si no pudiese ser de otra forma. Desde
que te asignaron como mi Guardián, jamás creí enamorarme de ti. Es más, no veía
la hora de que me dejaras tranquila. – Recordó mirando al cielo, con una
sonrisa, haciendo que Jack carcajease – Y ahora no puedo pensar siquiera en que
no estés conmigo, a estar con otro, a estar sola. Solo eres tú.
–¿Eso es malo?
–No, claro que no. Se siente como si desde el principio nos
perteneciéramos el uno al otro. Destinados. Por eso es diferente. No todos terminan
así, me refiero, con su primer amor. Mira a mi hermana, por ejemplo. En cambio
nosotros somos…
–¿Eternos?
Elsa lo pensó un rato, analizando el significado de aquello.
No hablaba de su inmortalidad en específico, eso pudo rescatar. Sino que se refería
a ellos, su amor.
–Sí… Eternos.
Estaba tan asombrada en cuanto se puso a analizar su
historia. Una larga historia.
–¡Hey, espera! ¿Dijiste molesto? – Jack los regresó a la
conversación pasada al notar en lo sumida en los pensamientos que se encontraba
Elsa. En su vuelta a la realidad, le dedicó una risilla.
–Sí, eras muy fastidioso.
–¡No es cierto! Si te encantaba tenerme cerca. Igual que
ahora, me imagino. – acarició su barbilla, y escrutó sus ojos. Sabía que si la
atrapaba con la guardia baja, como ahora, la ponía un poco nerviosa. Le
encantaba. Habló dulce, para calmarla. – Tengo suerte de que los Guardianes
nunca me han inspeccionado en la misión, tal vez me hubiesen desautorizado.
Enamorar a mi protegida no era parte del trato.
–¡De verdad que sí lo merecías! ¡Fuiste un pésimo tutor, no aprendí casi nada
de mis poderes! Sigo pensando que tu misión solo era una treta para invadirme.
– seguía chillando a modo de chasco y riendo del pasado. Eso es lo bueno de las
memorias, tienen un lugar preciado en la mente, que en cuanto son convocadas
tienen el poder de sacar una sonrisa, o a veces lágrimas. Y Jack ocupaba la
mayor parte de sus mejores recuerdos que apreciaría por toda la vida.
–Aprendiste algo distinto. – murmuró.
– ¿A qué?
Jack besó sus labios con suavidad, de esos que pretenden ser
conmemorados y añorados cuando terminan, aunque sean poco duraderos.
–A amar.
–Oigan... Tal vez deberíamos buscarlos para verificar que estén bien. – el nerviosismo y preocupación emanaban de James mientras arrugaba y estrangulaba un pedazo de tela de su propia vieja remera.
–Deben estar bien, no deberíamos molestarles. – dijo Hiccup en el pequeño círculo, dejando sus platos a un costado
–¿Seguro que...?
–Sí. – se apresuró a aclararle a James – De no ser así hubiesen gritado o algo así. Además, son Jack y Elsa, de ser el caso estoy seguro que saben cómo defenderse mejor que nadie.
–Concuerdo. – asintió Rapunzel abandonando también sus cacharros.
–Un grito se escucho igualmente...
Mérida, Rapunzel y Hiccup compartieron una mirada. James estaba también preocupado por el tema que decidieron dar por sentado y no hablar de ello. Pero a la vez, James parecía no saber de ello.
–Estoy seguro que están bien, James. No te preocupes.
Con sus cejas hechas un puente, haciendo de tripas corazón y estrujando con más fuerte su remera, James se desveló casi toda la noche viendo al bosque sin un punto en particular, como si pudiese tener visión de rayos láser para saber qué ocurría con aquellos dos que habían desaparecido, sobre todo luego de... su beso no muy bien recibido. Pero era la respuesta que suponía, que los demás suponían, la que le dolía más.
Con tan solo desear con todas sus fuerzas que no pasara, que no dieran tal importante paso, aunque pusiera el alma en ello, no bastaba. Nunca lo hacía.
–Oigan... Tal vez deberíamos buscarlos para verificar que estén bien. – el nerviosismo y preocupación emanaban de James mientras arrugaba y estrangulaba un pedazo de tela de su propia vieja remera.
–Deben estar bien, no deberíamos molestarles. – dijo Hiccup en el pequeño círculo, dejando sus platos a un costado
–¿Seguro que...?
–Sí. – se apresuró a aclararle a James – De no ser así hubiesen gritado o algo así. Además, son Jack y Elsa, de ser el caso estoy seguro que saben cómo defenderse mejor que nadie.
–Concuerdo. – asintió Rapunzel abandonando también sus cacharros.
–Un grito se escucho igualmente...
Mérida, Rapunzel y Hiccup compartieron una mirada. James estaba también preocupado por el tema que decidieron dar por sentado y no hablar de ello. Pero a la vez, James parecía no saber de ello.
–Estoy seguro que están bien, James. No te preocupes.
Con sus cejas hechas un puente, haciendo de tripas corazón y estrujando con más fuerte su remera, James se desveló casi toda la noche viendo al bosque sin un punto en particular, como si pudiese tener visión de rayos láser para saber qué ocurría con aquellos dos que habían desaparecido, sobre todo luego de... su beso no muy bien recibido. Pero era la respuesta que suponía, que los demás suponían, la que le dolía más.
Con tan solo desear con todas sus fuerzas que no pasara, que no dieran tal importante paso, aunque pusiera el alma en ello, no bastaba. Nunca lo hacía.
Fin del capítulo 41
Nota de autora:
No me critiquen por lo de la historia de Jack luego del sexo xD, me gustaba el momento, ¿de acuerdo?
Okey, espero les haya gustado, no supe cómo acabarlo, y dado a que ya era muy extenso concluí el capítulo en las cursiladas de Jack y para romperles un poco el corazón.
Por cierto, este capítulo ha sido muy importante para mí por muchas razones, como que el número del capítulo es 41. Me ha costado mucho la parte del lime, lemmon, ahora no estoy segura qué es así que apreciaría que me diesen su opinión de qué les pareció (por favor sean buenos, no rompan mis sentimientos xD). Tal vez haga cambios en el capítulo según sus comentarios que considere correcto para modificar.
Por ciertox2, agradezco a todos los que me han ayudado, Paolita, Cuinsi, Vanesa, Nina, etc. ¡Esto va dedicado para todos ustedes!
Por ciertox3, estoy de vacaciones wohooo, por lo que es posible que termine la historia antes de lo provisto.
Último por cierto, ya tengo ideas de qué escribir al terminar la historia, como mini capítulos, y una nueva historia. shhh.
Gracias por su apoyo y a los que leyeron la nota de autora.
¡Saludos cachondos! -B
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ME MUEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, fue muy dulce el capítulo. Muy lindo, mucho amor, muchos sentimientos. Pudiste captar el amor y los sentimientos y expresarlos en la historia. Sabes muy bien como escribir un momento romantico. Te felicito. Saludos Sol
ResponderBorrarBrit me encanto el lemon por dierto me llamo ana e querido publicar pero no me dejaba saludos y te doy mi mas sentido pesame x la muerte de tu ser querido aunque lla te lo di tarde espero y me contestes me emocionaria mucho
Borrarque quede emberazada
ResponderBorrarSoy ana otravez no creo q quede emberazada son inmortales y los inmortales no tienen hijos x cierto yo te queria matar brit cuando pusiste eso d q james beso a elsa =/ a y saludos brit solo una pregunta para todas conocen a cd9 contestenme plis
ResponderBorrarAna otravez me emocionaria brit q me contestaras cuando puedas
ResponderBorrarHola Ana! Lo siento he estado pintando mi casa Dx No conozco lo de cd9, ¿qué es? Oh, y gracias por el pésame, te agradezco mucho y me alegro que te hayan gustado los capítulos. Y lamento lo del beso... xD sorrynotsorry Saludos nos vemos!
BorrarSoy ana no vas a creer la cara q puse cuando me contestaste puse cara de =o britanny me contesto a x cierto cd9 es una banda musical a x cierto me dioasco la parte en cuando abre las piernas elsa aa y no me creeras pero yo hice una historia como tu me inspire en ti me encantaria ser tu amiga aunque seas mas grande q yo
ResponderBorrarQué linda! Puedes pasarme tu historia si quieres. Y claro, en esta bella comunidad somos todos amigos! No importa las edades ni nada :) Saludos!
Borrar¡Me encanto de principio a fin! 7u7
ResponderBorrarNo me agrado mucho lo del beso de James, pero estoy seguro que era necesario para aclarar las cosas entre Elsa y él
Pero todo se vio compensado en la escena donde Elsa encara a Jack; todo eso fue tan hermoso, ¡lo ame! Simplemente la mejor escena que nunca haya leído. Reí como tonto y una que otra lagrima traicionera se me escapo xD
Y esta historia ya está en mi top 3 de historias favoritas de Jelsa. Y tú en mi top 3 de escritoras favoritas.
Eres una gran escritora. Y eres de las pocas escritoras que conozco que actualizan de forma constante, eres como… como la Reina de los y las “Jelsa” 7u7
En cuanto a lo del lemmon, me pareció un lemmon suave tirándole a lime; sin embargo creo que era lo mejor, puesto que era su primera vez y ambos eran inexpertos. Aun así creo que tienes planeado otro encuentro entre esos dos 7u7
Por cierto gracias por la dedicatoria. Hace poco recibí un comentario en una de mis historias el cual creo que era tuyo. Si efectivamente es tuyo, déjame decirte que yo soy quien debe pedirte consejos. La verdad es que eres tan buena escritora, que incluso he recomendado tu historia a algunos “Jelsashippers” como yo. Pero si crees que tengo algún consejo que te sea de utilidad, puedes contactarme a mi correo: cuinsi45@gmail.com
Por último, déjame decirte que si estas planeando escribir otra historia, ten por seguro que la leeré y comentare cada capítulo.
Creo que es todo por el momento.
Y no creo que sea necesario hacer cambios en el lemmon. Creo que sería mejor escribir otra escena lemmon mas adelante. Aunque creo que para mejorar si es necesario leer uno que otro fic lemmon para darse una idea. Si concuerdas conmigo, conozco un fic el cual podría ayudarte.
Saludos!
Hola! Muchas gracias, me encanta saber de sus reacciones! Simplemente inspira a seguir. Tampoco me gustó lo de James, pero es que le tengo tanto cariño y quise que aunque sea pueda hacer lo que el corazón le dijera, aunque no fuese correspondido.
BorrarWow, jamás he estado en el top 3 de nadie. Se siente un hermoso privilegio y gesto desde este lado de la pantalla. Muchas muchas gracias. Sé que agradezco demasiado pero es que las palabras lindas me conmueven.
¿La Reina de los Jelsa? Qué locura, me siento halagada ♥♥♥ Ojalá xD. No soy tan buena pero gracias me hizo sentir especial.
Lo sé, fue tranquilo pero sobretodo porque a mí parecer prefiero los que son así, no los que a la chica le entran tentáculos por allí xD. Oh, y sí, habrá más de esas escenas. Pero no diré cuando ni donde ¬¬
Sí he sido yo :D Gracias por dejarme la forma para contactarte, la verdad que admiro tu trabajo y me gustaría aprender de tí. Si alguien está leyendo esto, les recomiendo que se pasen por su perfil donde hallarán la historia, les encantará tanto como a mí.
Los detalles futuros los dejaré al cabo de los próximos capítulos, aprecio tu interés!!
Me parece genial tu idea, sin duda puedes recomendarme ese fic.
Saludos!
Me llamo vanessa y brit yo creo que eres la mejor escritora del mundo ...
BorrarMe alegra que hayas aceptado ser la reina de los Jelsa. Creme que si no lo eres a nivel mundial, lo eres a nivel de habla español 7u7 ahora solo falta buscarte un Rey 7u7
BorrarEn cuanto a lo de los tentáculos. Uno no vuelve a ser el mismo desde que ve algo así xD
Y ya quiero leer esas escenas 7u7
Ahora para terminar, la historia que estoy por recomendar. Está algo fantasiosa y el final está algo forzado; sin embargo está muy bien escrita y tiene numerosas y muy buenas escenas de lemmon.
Te dejo el link: https://www.fanfiction.net/s/9993286/1/Copos-de-cristal
Y en cuanto a lo del embarazo que muchas piden. Ya vi tu explicación y me parece entendible, además no me gustan las historias en donde se embarazan en su primera vez xD
Aunque... ¿podríamos ver a un mini Jack en un futuro?
Jajajajaja, se oye genial! Quien quiera puede ocupar el puesto de rey xD
BorrarGracias por la recomendación, la leeré en breve.
No estoy segura de haber utilizado los términos médicos exactos pero aun así supongo que tiene lógica. Y tampoco me gustan esas historias! Osea, es muy pronto para mí, supongo.
Referido a tu pregunta puede que no como puede que sí. De hecho ya lo tengo decidido, y no creo que a muchos les guste la idea...
Chan, chan, chaaanan *música suspensiva*
Saludos!
Hola, me llamo Ivette te escribi en el cap17 felicitándote por esta excelente historia de amor , la verdad en este capitulo solo puedo decirte que...... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MEEEE ENCANTOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!! wow todo lo que describiste, la situación, el momento, el deseo total de Jack x hacer suya a Elsa, simplemente WOW!!! eres una gran escritora de fandom, te felicito otra vez sigue con esta hermosa historia y que también siga habiendo ¡¡¡¡¡¡MMMASSS LEEEMMMMMOOOONNNNNN!!!!!!!!!
ResponderBorrarIvette que lindo nombre. Qué bueno que te haya encantado!!! Me pone muy feliz! Es prácticamente el propósito de la historia, que le toque el corazón a los lectores. Gracias, la verdad me costó un tiempo hacerlo, no solo por complicaciones sino que parecía que lo escribía un chimpancé con teclado xD Tuve que reparar muchas cosas hasta que quedé satisfecha. Me encanta que te guste. Habrá más lemmon más adelante... Aunque será sorpresa...
BorrarOhhh me mataste de amor, fue uno de los mejores capitulos que he leido de tu historia, y eso tu historia es hermosa de principio a fin, para ser tu primera vez que escribes lemmo estuvo muy bien, es dificil tratar de escribir esas partes (te lo digo por experiencia propia) pero te luciste fue hermoso pero ante todo muy romantico. lo digo y lo dire de nuevo eres grande, la mejor escritora de jelsa que he leido hasta ahora y no cambies el lemmon ni ninguna escena del capitulo porque asi esta mas que hermoso dejalo tal y como esta y sigue pronto porque quiero ver que pasa despues, si Elsa se arrepiente o no de querer dejar su inmortalidad, ojala que no, espero que no. Posdata: Hiccup, Mer y Punzie cochinotes que tienen una idea de porque se perdieron
ResponderBorrarHola! Gracias por el comentario me emocionó mucho, sobretodo porque pongo el corazón en lo que hago y me hace feliz el resultado que veo en los maravillosos lectores. ¡Lo sé! Fue más difícil de lo que creía, hay que tener tantas cosas en cuenta... En fin, que alivio que haya sido de tu agrado estaba bastante preocupada ><
BorrarGracias, es de los mejores cumplidos que me han dicho, en verdad lo aprecio. Debido a muchos comentarios, no lo cambiaré entonces :D Y sí, son unos pervertidos ¬¬
ey, no es tener la mente pervertida, es tener una imaginacion sexy XD
BorrarAmiga, ¿puedo llamarte amiga cierto? soy un aborto de mono pero ñeh xD bueno ahora si, ME VOY A MORIR DE DIABETES!!!!!!!!!!!!!!!!!!! AME EL CAPITULO mucho amor, tambien violencia pero mucho amor. Por fa que quede embarazada ¿si? no toques el capitulo, quedo perfecto a mi parecer, me encanto y por lo que veo al resto tambien les encanto ¡SEGUI ASI! :)
ResponderBorrarClaro, amiga. No te mueras! Que bueno que te haya gustado!! En cuanto al embarazo... Aquí está mi explicación técnica de por qué no es posible: como Jack narra en su historia, su alma y cuerpo han resucitado, sin embargo, este último en forma diferente. Como si estuviese congelado, pero funciona... la mayor parte. En cuanto a lo que consta de su sistema reproductor masculino, los genitales de Jack (los testículos) encargados de la formación de espermatozoides quedaron estropeados luego de su muerte en el lago e incapaz de cumplir su función. Congelado, por lo tanto. Y es por ello que es incapaz de tener descendencia.
BorrarPor otro lado, Elsa sí posee sus órganos genitales (el ovario) en perfecta forma, ya que su inmortalidad se debe a su congelado corazón.
Y de esta forma les arruiné a todos las esperanzas. Que tengas un hermoso día. Saludos!
hola Britt este cap es fantástico te felicito me encanta, es muy dulce y special, gracias por los detalles y avances, todas tienen mucha razón eres una de las mejores escritoras te felicito, esperare paciente el próximo cap...saludos-Laura
ResponderBorrarMuchas gracias, Laura. Aprecio todas tus bellas palabras. Saludos!!
BorrarMe encantooooooooo!!!!!!!!!!!!!! me gusto mucho, eres la mejor escritora del mundo sigue asi GENIAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!! no pude escribir antes por que no tenia internet 2 semanas, por poco me muero. Espero con toda la paciencia del mundo el siguiente cap. besos Cande ;)
ResponderBorrarGracias Cande que linda! Gracias por la paciencia. Saludos!
BorrarHola, Soy yo de nuevo, Ivette, sólo quería comentarte rápidamente que gracias a tu hermosa historia Jelsa me ha devuelto la inspiración y la pasión por la pintura y el dibujo, hace tiempo que dejé de hacerlo, pero lo he recuperado gracias ati Britt, estoy haciendo algunas ilustraciones basándome en tu fandom y megustaría enviarte algunas aunque no sé en dónde,bueno,después veré jeje. esapero con asias el cap. 42 Besos:
ResponderBorrarHola, Ivette. Que lindo comentario, gracias. Y sobretodo por decirme que he servido de inspiración. La verdad es que es el mejor sentimiento que siente alguien que escribe para otros y para sí mismo. Lo aprecio mucho. Me alegra haberte inspirado y ansío poder ver tus ilustraciones!!! Puedes mandármelos a : britannylloyd@hotmail.com Saludos!
BorrarHola enserio amo este libro soy una gran fan de este libro ya que soy una lectora apasionada me encanto este capítulo mi hermana me dice enserio estas leyendo un libro sobre eso y yo le respondo si es una bonita historia creo que no deberias cambiar en nada este capítulo por que estuvo increible yo te pido por favor que subas las historias más rápido ya que ya estas de vacaciones es que cada día reviso a ver si ya subiste el siguiente capítulo y cúandos los subes me siento genial posdata es la ´rimera ves que escribo.
ResponderBorrarSoy la que público la nota anterior me pueden decir F o lectoramaníaca cualquiera de las 2
ResponderBorrarSoy yo F gracias por escribir este libro me inspiraste tanto que escribi mi propio libro no sobre esta impresionante historia si no sobre algo más gracias creo que eres una inspiración
ResponderBorrarHola F, respondo a todos tus lindos mensajes. Gracias, me encanta que te haya gustado la historia y por contarme tu anécdota con tu hermana. Muy conmovedor. Lamento no poder haber subido mucho, me esta costando trabajo escribir porque me peleo conmigo misma. Hago algo y lo tengo que modificar porque no es el resultado que espero. Además, estuve sin internet desde el jueves y no pude subir pero sí escribí unas cosas.
BorrarEn fin. Muchas gracias de verdad. Y puedes compartir tu historia conmigo para que la lea si quieres. Saludos!
hola mi nombre es yerizmar pero pueden decirme yeriz si quieren y queria decir queme a gustado esta historia desde que comenze a leerla desde el principio Britanny que me gustatu historia de verdad tienes un talento para dedicarte a la escritura me gusta tu estilo te felicito sigue asi
ResponderBorrarHola, me llamo Dulce, me encanto el capitulo Britt, esta es la primera vez que escribo y debo decirte que tu novela es increíble, linda, muy intensa, excepcional. Solo una queja: porque no puede quedar embarazada??. solo porque el Hombre de la Luna lo destino a vivir la eternidad significa que le quito automáticamente la oportunidad de ser padre.
ResponderBorrarFuera de eso, tu novela es simplemente genial, espero respondas pronto, saludos desde Mexico
que asco loque isieron del sexo me aruinaron la infansia apenas tengo5 devi leer la advertensia pero estubo hermoso tu historia TAMDIEN DEBERIAN LEER (ALMAS HELADAS) se los aconsejo la historia tiene mas sentido iles ara llorar de la emosion , y si tendan un hijo llamado jack la cual jack frost nunca pudo conoser en persona y ana ,kistof mueren
ResponderBorraryo tambien lei almas heladas me encanto es mas hermoso que este cuento y porcierto me llamo leidy
BorrarBritt no ley este capitulo por que ley tu advertencia y amiga tengo doce tengo una infancia por delate iré directamente al otro capitulo
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