miércoles, 29 de enero de 2014

Jelsa, una historia de amor verdadero... Parte 3

Jelsa una historia de amor verdadero.


Capítulo 3. El segundo día

Ya había amanecido, y Elsa se sentía muy animada y de muy buen humor. Sin duda, aquel otro día había sido perfecto, uno de los más divertidos de su vida. Se colocó la fina capa de hielo y armó su cama. Como Jack seguía durmiendo, decidió vengarse por la forma en la que la había despertado el día anterior así que le arrojó una bola de nieve el doble de grande de la que él le había tirado.

-¡Auch! ¿Qué fue eso? -Jack despertó de golpe por el susto.

-Buenos días, Jack. ¿Cómo amaneciste? - rió pícaramente.
-He estado mejor...

-Anda levántate que hoy será un largo día.

-Como tú digas. - se le escapó otra de sus sonrisas traviesas. Después agregó:

-Toma, te hice unas zapatillas sin tacón para que estés más cómoda y sin duda para que camines más rápido.

-Pues, no se si agradecerte o arrojarlas en tu cabeza. - en verdad estaba sorprendida por su gesto, pero no quería que él se diese cuanta.

Jack rió.

-Eres chistosa.

-De acuerdo, las usaré. - Para que las haya hecho él, son... muy bonitas.

-Genial.

Salieron de la habitación corriendo para ver quién llegaba más rápido a las escaleras y riendo como dos niños.
-¡Hey, no es justo, tú volaste antes de llegar! - Elsa trataba de recuperar el aliento.

-De acuerdo, me pillaste. – Lanzó una carcajada cálida -¿Quieres intentar algo más divertido?

-¡Claro! Es decir... Sí, lo-lo intentaré. - Cálmate Elsa, eres una Reina, ¿recuerdas? No pierdas la cordura, se recordó a sí misma.

-Pues sube.

Jack la tomó de la cintura antes de que ella respondiera y la sentó en la barandilla de las escaleras para que se deslizaran juntos.

-¡No, Jack! ¿Qué haces? Yo... ¡no me deslizaré! - dijo no muy convencida y con tono tembloroso.

-Tranquila, no te pasará nada, yo te cuidaré. Mira, es fácil. Yo me deslizaré primero y te mostraré como se hace. Tú haz lo que yo hago.

Jack se tiró por la barandilla aullando de alegría.

Lo hace parecer tan fácil, pensó la ella.

Elsa nunca había hecho algo como esto y estaba asustada, siempre estuvo encerrada en su dormitorio y nunca supo que era divertirse de verdad o hacer travesuras como esta. Pero confiaba en Jack. Así que lo hizo, se precipitó cerrando los ojos con fuerza desde lo alto por la barandilla de hielo.

No tardó un segundo en gritar como en una montaña rusa.

-¡SII!

Pero cuando llegó al final de la barandilla, salió volando, pero Jack estaba ahí, para sujetarla para que no se cayera.

-Te tengo.

-¡Viste eso! Fue genial. ¡No lo puedo creer! Jamás he hecho esto en mi vida! Ya veo por qué a Anna le fascina. – se dio cuenta de que estaba muy exasperada por la emoción y adrenalina. Se calmó y con un poco de vergüenza siguió. - Ya... Ya puedes bajarme.

-Pero no quiero. – le sonrió. Sus ojos no se despegaban del otro, podían sentir esa extraña tensión.

Fue la joven quién rompió la conexión. Elsa puso cara de divertida y le tiró una pequeña ráfaga de viento a la cara de Jack para que la soltara. Se rieron un buen rato. Él tomó su mano y la llevó fuera del palacio.

-Bueno, te enseñaré a deslizarte, pero… ¡por los aires! - dijo emocionado.
-¡¿QUÉ DICES?!

-Soy el instructor, así que debes hacerme caso. – respondió con voz chistosa, imitado a un capitán, para que se relajara.

Elsa no rió de la sorpresa.

-No te preocupes es muy fácil solo hay que moverse antes de que el hielo se desintegre. Así.

Jack formó una fina capa de hielo sobre el aire, suficientemente grande como para pisar con un pie. Luego hacía lo mismo para dar otro paso. Y así sucesivamente. Era como correr en el viento sobre una pista de hielo que se desarmaba a cada paso que dejaba atrás. Jack corrió por encima de un acantilado, para mostrarle a Elsa que no podía caerse si lo hacía rápido y con confianza.

Pero ella no quería hacerlo. Siempre fue insegura y temía que sus poderes le fallaran por el miedo y se cayera al abismo. Cuando Jack voló hacia ella luego de deslizarse sobre el aire, se fijó en su mirada de temor.

-Oye yo te cuidaré si te caes, una vez que lo tengas será imposible caerte. Confía en mí. – la animó.

-Yo... lo-lo intentaré.

Primero se fijó la profundidad del precipicio. Era demasiado profundo. Tomó aire y empezó a deslizarse.

-¡Vas bien! Por ahora no te caíste ese es un buen comienzo.- Le gritó Jack desde lo lejos.

Ella se puso nerviosa de fallar frente a Jack, perdió el equilibrio y cayó. Jack se rió un poco, pero una risa distinta. Una sonrisa curvada cálida, que le hacía sentir un no sé qué ante aquella mujer reservada, graciosa, insegura, delicada, y temerosa.

Y voló hacia el barranco para rescatarla. Tomó su mano mientras caía y antes de que toque el suelo, la levantó como si fuera un bebé una vez más aunque esta vez con más fuerza y apego. Él no se equivocaba, estaba comenzando a tener sentimientos por aquella pequeña chica con poderes que ahora se convirtió en una bella e increíble mujer. Pero no estaba muy seguro de que ella sintiera lo mismo o si estaba enamorada de alguien más.

Es tan difícil entender a una persona cuando es tan fría como ella, pensó Jack. Aún así, estaba decidido como si fuese una competencia contra sí mismo, una prueba, a que lograría derretir ese frío corazón que tiene.

Mientras tanto Elsa gritaba y se reía, no entendía si de la alegría, de pánico o de que estaba en los brazos de Jack una vez más. No sabía cómo explicar lo que sentía por ese chico. Jack era tan bueno, se preocupaba por ella y le hacía reír como nadie más... Además de lo lindo que era.

Pero Elsa, no podía quitarse la idea de que nadie podría amar a un monstruo como ella, alguien que podría congelarlo todo, incluyendo a los que ama. Así que lo mejor sería no contarle a Jack de sus sentimientos hacia él y olvidarse de ellos.

Jack dejó a Elsa nuevamente en tierra firme y antes de que él pudiera decir algo ella le dijo:

-¡Intentemos de nuevo!

Jack se sorprendió por la respuesta y su entusiasmo. No pudo evitar estremecerse de agrado.

A continuación, Elsa salió disparada, como una flecha, corriendo por los aires, mientras Jack le seguía el paso.
-¡Eres rápida, pero no tan rápida como yo! – le dijo burlonamente.

-¿A sí? ¿Se te antoja una carrera?

-Adelante.

Parecían dos relámpagos veloces que corrían por distintas direcciones, haciendo zig zag y dando vueltas por los aires. La estaban pasando demasiado bien. Jack no podía quitarle los ojos de encima. Elsa era, sin duda, la mujer más hermosa de todas, o eso sentía él. Era divertida y grandiosa, llena de sorpresas... cuando pensaba en ella su corazón se aceleraba. Sin darse cuenta que había un árbol alto en frente, Jack chocó y cayó al suelo. Elsa lo socorrió rápidamente.

-¡Esto es genial! ¿Quién podría pensar que estuve volando? Bueno casi, ¡pero es estupendo! Cuando Anna se entere de esto... ¡Oh! ¿Estás bien? ¿Cómo no viste ese árbol?

-Sí, estoy bien, el árbol se puso en mi camino y me atacó, nada grave.

Elsa no pudo evitar reírse de sus payasadas.

-Jack, ¡estás herido! Tienes sangre en la cabeza.

-¡Auch!

-No te muevas, te dolerá. Espera.

Se dirigió a un pequeño estanque con agua congelada, y con sus poderes descongeló el hielo, arrancó un pedazo de tela de su vestido, lo mojó y se lo llevo a Jack para colocárselo en la herida.

-Te pondrás bien, es solo una herida. El agua fría calmará el dolor.

-Gracias, no sabía que por admirarte podría hacerme daño.

-Oh... - Elsa se sonrojó.

-Tampoco sabía que eras enfermera.

Luego de un rato, Jack se levantó y siguieron su camino, esta vez a pie.

-Wow, no sabía que supieras romper el hielo sobre el agua. Me impresionas. Una cosa menos que tendré que enseñarte porque por lo visto ya lo sabes.

-Yo... no sé cómo lo hice. Te vi herido y surgió de mí. Es complicado de explicar.

-No te preocupes, te entiendo, es el instinto protector. Surge cuando te interesa alguien. - Oh, sabía que estaba metiendo el dedo en la yaga pero adoraba ver a Elsa batallarse en la confusión y vergüenza. Era placentero.

-Bueno… yo... no me refería a eso... – La sangre golpeó su rostro haciendo que sus mejillas ardieran. Se había atorado en sus palabras por el asombro.

Jack rió fuertemente.

-Ya lo sé tonta, estoy bromeando - dijo con cariño.

Ella imitó su risa suspirando de alivio.

-Lamento lo de tu vestido.

-Oh, no es nada.

Elsa alzó su mano y unos pequeños copos de nieve rellenaron el espacio que faltaba de su vestido.

-Wow.

-Uuhh... ¿no tienes frío? – sus dientes castañeteaban violentamente. Una fuerte tormenta se aproximaba.

Elsa estaba abrazada a sí misma y empezaba a tener frío, eso era extraño porque a ella el frío no era algo que le molestara.

-Ten... - Jack se sacó su buzo azul de siempre. Cada vez era más dulce con ella, notó la muchacha. Actuaba como un verdadero Guardián, pero a su vez... distinto. Por lo que decía o hacía, la hacía sentir casi especial, un caso aparte. Elsa dudaba que así actuara cada Guardián.

Ella se puso nerviosa y se sofocó, un chico con el torso desnudo en un día de frío no era algo que se veía todos los días. Enfocó todas sus fuerzas para intentar no mirar la pálida piel descubierta de su cuerpo.

-Gr-Gracias, Jack...

-¿Sabes, Elsa? Mañana hay un gran baile en un pueblo detrás de las montañas... Me preguntaba... si tú... ¿quisieras ir con migo? Sé que no soy un príncipe ni nada, no estoy a la altura de una Reina como tú pero...

-Oh Jack... por supuesto que quiero ir contigo.

-...Si no quieres no me enojaré, no hay problema... Espera, ¿qué?

-Sí, quiero ir contigo.

-¿Enserio? ¡Ay Elsa, me hiciste el hombre más feliz de todos!

La tomó de la cintura y le dio una vuelta por el aire.

-Pero no tengo vestido. - Elsa estaba más sonriente que nunca.

-No hay problema, yo no tengo traje ¡pero podemos fabricarlos! Lo siento… estoy gritando, es que estoy muy feliz. – se miraron y sonrisas se dibujaron en sus rostros pálidos.

- Creo que está anocheciendo, deberíamos volver. – acotó Elsa.

-¿Una carrea?

-Considérate perdedor.

Volaron estallando en risas. Al final no importaba quién ganara la carrera hasta el palacio, disfrutaban más la compañía del otro que cualquier otra cosa.

Llegaron antes que la noche cayera y el cielo oscureciera el día. Encendieron otra fogata, comieron manzanas y hablaron por casi toda la noche.

-¿Conoces al Conejo de Pascuas? - se sorprendió Elsa al oír sus alocadas historias. - Pensaba que era, ya sabes, una leyenda.

-Nop, es bastante malhumorado para ser un esponjoso conejo parlante. A veces pienso que no le agrado del todo, que le resulto molesto.

-¿Cómo así? ¿Tú, molesto? - se burló Elsa, a lo que ambos rieron. ¿Quién hubiese dicho que tuviese sentido del humor?

-¡Lo sé! - Jack siguió su juego - ¿Quién lo hubiese pensado? Tal vez es porque una vez casi arruino la Pascua una vez... Bueno, unas cuantas, a decir verdad.

-¿Enserio? 

-¿Recuerdas ese día de Pascua que se retrasó unas horas? Bueno, eso fue... casi toda mi culpa. Casi le arruino la vida a muchos niños... - se ruborizaba en vergüenza mientras recordaba entre risas.
Elsa rió a carcajadas aún más fuerte.

-¡No puedo creerlo! En principio pensaba que los huevos eran puestos por la gente del palacio. ¡Recuerdo lo triste que había estado Anna hasta que encontró un huevecillo colorido a medianoche! 

-Entonces debes oír aquella vez que casi arruino la Navidad de 1814...

Las risas siguieron, al igual que las historias. La fogata estaba a punto de apagarse y ellos ya no daban más de tanto desternillarse. La Reina se aclaró la garganta luego de un rato, odiando tener que cortar el momento, pero el cansancio era más poderoso que ella.

- … Bueno creo que es hora de que vayamos a dormir, ¿no?

-Claro.

-Ah y te devuelvo tu abrigo, muchas gracias.


-¿Seguro que no lo necesitarás? Esta noche hará mucho frío.

-No te preocupes por mí.

-Pero eso es lo que hago.

Elsa sonrió. Subieron a la habitación. Se dijeron las buenas noches, y se acostaron en sus camas. Pero él tuvo razón, la noche era tan gélida que llegaba hasta los huesos. Elsa no podía dormir. Al rato, despertó a Jack.

-Jack lo siento, pero... Estoy muerta de frió.

-Mi buzo no te servirá... ¿Quieres acostarte con migo?- Jack lo dijo con total sinceridad. No quería hacer nada que ella no quisiera, pero no permitiría que se muera de frió por la noche. Su única intención era mantenerla a salvo.

-Tranquila. Pero no dejaré que te congeles.

-Gr... Gracias Jack.

Elsa se acostó en la cama de Jack, a su lado. ¿Cómo es que él no sentía el frío? Su cuerpo, que siempre estaba gélido, esta vez... estaba caliente y su corazón latía con rapidez. Él la abrazó, Elsa reposó su cabeza en el pecho de Jack y este tomó su mano. Susurrando le dijo:

-Descansa, Elsa.

-Hasta mañana, Jack.

-¿Puedo decir una locura?

-Claro.

-Me agrada ser tu Guardián, Elsa.

Ella le sonrió y lo abrazó con más fuerza, estaba muy cansada y se durmió en poco tiempo.

Fin del Capítulo 3














             
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7 comentarios:

  1. Ha. Me encanta srta. Britanny esta historia de jelsa sin duda es la mejor tiene una gran imaginacion , le quisiera dar un consejo no ponga a rapunzel q se quede en jelsa

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  2. No pude encontrar en capitulo 2:( ¿podrias enviarlo a mi correo? Dankmar.famosoporsuespiritu@gmail.com

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    Respuestas
    1. yo tampoco lo encuentre, lo vas a subir?

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    2. El enlace que hay para la parte 2 esta mal y te lleva al capitulo 7, tenlo en cuenta

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  3. Ohh mi corazon latio al leer el 3 cap

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  4. Es muy💞 bonito este capítulo lo adoro al fin se les ve a ambos muy enamorados💗 es como tener un sueño de cuento de hadas❄️❄️❄️

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